Daniel Iglesias Grèzes
Hace algunas semanas recibí por correo electrónico un artículo titulado “Discípulos”, firmado por el P. José Comblin, uno de los pioneros de la “Teología de la Liberación”. El artículo, fechado el día 1/09/2006, fue enviado por el autor al movimiento “También Somos Iglesia – Chile”. Su encabezamiento hace pensar que la publicación del artículo ha sido obra de dicho movimiento disidente.
El artículo en cuestión se refiere a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que tendrá lugar en mayo de 2007 en Aparecida (Brasil), convocada por el Papa Benedicto XVI. A continuación reproduciré íntegramente dicho artículo y luego daré una apreciación crítica sobre el mismo y proporcionaré información adicional sobre las posturas del autor y sobre el Movimiento Internacional Somos Iglesia.
Hace algunas semanas recibí por correo electrónico un artículo titulado “Discípulos”, firmado por el P. José Comblin, uno de los pioneros de la “Teología de la Liberación”. El artículo, fechado el día 1/09/2006, fue enviado por el autor al movimiento “También Somos Iglesia – Chile”. Su encabezamiento hace pensar que la publicación del artículo ha sido obra de dicho movimiento disidente.
El artículo en cuestión se refiere a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que tendrá lugar en mayo de 2007 en Aparecida (Brasil), convocada por el Papa Benedicto XVI. A continuación reproduciré íntegramente dicho artículo y luego daré una apreciación crítica sobre el mismo y proporcionaré información adicional sobre las posturas del autor y sobre el Movimiento Internacional Somos Iglesia.
CUADERNOS MOVIMIENTO TAMBIEN SOMOS IGLESIA-CHILE
DISCÍPULOS
Tema central de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana
en Aparecida. Brasil 2007.
Enviada por P. José Comblin al Movimiento También Somos Iglesia-Chile,
el 1º de Septiembre de 2006.
Teólogo P. José Comblin
El texto enviado por el CELAM como preparación a la V Asamblea que se reunirá en 2007 en Aparecida presenta el tema de discipulado o de discípulos como tema principal de la Asamblea. El texto contiene un capítulo que quiere dar una exposición teológica del tema del discípulo. Este tema es muy importante y abre muchas puertas. Sin embargo la teología del capítulo necesitaría algunos complementos porque es bastante insuficiente.
Los teólogos que prepararon ese texto lograron escribir un capítulo entero sobre el discipulado sin mencionar nunca la actividad de Jesús. Ahora bien, ser discípulo es aprender de otra persona. Sin embargo, en el texto no se ve en absoluto que es lo que los discípulos aprenden de la vida de Jesús. No se ve el mensaje del maestro, ni su pedagogía, ni su referencia a la cultura de su tiempo.
El evangelio de Juan dice que la Palabra se hizo carne. Es decir que la Palabra de Dios no es una doctrina, no es un discurso, no es una exposición de verdades teóricas, no es una teología. La palabra de Dios es la vida de Jesús, todo lo que hizo en esta tierra en la debilidad de la carne, del cuerpo y del ser humano en general. Jesús supo usar el cuerpo humano, el tiempo humano, la situación humana en esta tierra para expresar la Palabra de Dios. Por consiguiente el discípulo está llamado a observar, mirar, entender y acompañar a Jesús, a descubrir su modo de actuar, lo que busca, la manera de expresarse, los gestos que hace, las palabras que pronuncia en determinadas circunstancias. Los mismos evangelios muestran que los discípulos tuvieron grandes dificultades para aceptar el modo de vivir de Jesús. Lo más difícil era entender el camino del no-poder, de la pobreza. Es la dificultad que los discípulos de todos los tiempos encontrarán porque tantas veces estarán fascinados por el poder, la riqueza, el prestigio, el status social.
Los discípulos de Jesús no son como los estudiantes de los doctores de la ley. No estudian una ley. No son como los alumnos de los filósofos, porque los discipulos de Jesús aprenden su actuar y no aprenden ideas, doctrinas, juegos intelectuales. Los discípulos no son como los que estudian las ciencias modernas, porque en las ciencias modernas el modo de vivir del profesor no importa, sino más bien la objetividad de la observación y de la experimentación como el rigor matemático para definir las relaciones. Los discípulos aprenden una manera de vivir, una orientación para la vida toda. Ser discípulo no es estudiar la teología, y la misma teología puede ser muy peligrosa: la teología puede engendrar poder, capacidad de imponerse a otros, sentimiento de superioridad, cualificación para una promoción social. La teología es uno de los factores principales que sustentan la dominación clerical, dominación paternalista, pero dominación que todos los laicos perciben aunque los sacerdotes lo nieguen. Ser discípulo es cambiar de vida, recibir una iluminación que lleva a abandonar todo lo que era, para dedicarse al reino de Dios. Asi como Pedro y Andrés y Juan y Santiago que dejan sus redes, dejan su familia, dejan su casa para seguir al maestro.
Para aprender como ser discípulo, debemos recordar, hacer memoria de aquello que Jesús hizo. Ahora bien, en forma muy breve podemos condensar la acción de Jesús, el mensaje de su vida, que está en la elección de su modo de vivir, en pocos puntos, que expresan lo más importante. ¿Qué hizo Jesús para ser maestro? ¿Qué fue lo que enseñó?
1. En primer lugar Jesús vivió en Galilea, la región pobre, menospreciada, oprimida del pueblo de Israel. Fue a meterse y a vivir, a realizar su misión en medio de los más pobres de su pueblo. Vivió como ellos pobremente. Visitó los pueblitos pobres de la Galilea, y nunca estuvo en las ciudades de civilización griega, ni siquiera las más cercanas: había una a 6 km de Nazaret. Toda su vida fue dedicada a los pobres, porque para él en medio de los pobres estaría el verdadero Israel, el verdadero pueblo deDios. Una gran lección para todos los que quieren ser discípulos.
2. En segundo lugar, Jesús anuncia la llegada inminente y la presencia actual del reino de Dios que será el reino de los pobres. Su misión consiste en anunciar esta buena nueva, la buena nueva de que empieza una vida nueva para los pobres. El verdadero Israel estará en medio de ellos, hecho por ellos y para ellos. Así dice Jesús para inaugurar su ministerio: en su declaración en la sinagoga de Nazaret según Lucas, en el monte de las bienaventuranzas según Mateo. Jesús viene a anunciar felicidad, salvación, libertad: el mundo va a pertenecer a los pobres. Será el gran cambio en la historia de la humanidad. Jesús no viene a publicar una Ley dura como la de los doctores de Israel, sino vino a anunciar una felicidad. Felicidad para la samaritana, la mujer siro-fenicia, la mujer adúltera, los pecadores públicos. Buena lección para todos los que imponen a los pobres una ley dura, implacable, reglas de derecho o de costumbres que humillan a los pobres en lugar de hacerlos felices. Los discípulos de Jesús siempre estarán dando felicidad.
3. Jesús muestra las señales del cambio y de la felicidad: Cura a los enfermos, expulsa los demonios, da de comer a los hambrientos, restituye la vida. Nosotros nos preguntamos si podremos imitar a Jesús en eso. A lo mejor no podremos hacer los milagros más espectaculares, aunque en la historia fueron atribuídos milagros semejantes a los santos, sean ellos oficializados o no. Pero sí podemos hacer mucho: los enfermos necesitan esperanza, paciencia, cariño. El mensaje de felicidad mejora la salud. Los demonios son los que provocan todos los males: tristeza, miedo, rencor, desesperación, egoísmo, etc. Podemos expulsar esos demonios. Es probable que la tradición oral aumentó lo espectacular de los milagros de Jesús, lo que es una tendencia natural de todos los pueblos cuando se encuentran con personalidades fuera de lo común.
4. Jesús denuncia la falsa religión de los sacerdotes, de los doctores, de los fariseos, es decir de todas las autoridades religiosas que tienen la pretensión de ser representantes de Dios y se consideran maestros, aunque sean solo falsos maestros que enseñan el error. Por eso, Jesus, desde el principio de su misión entró en conflicto con todas esas autoridades. No se quedó callado. Ha venido a salvar a su pueblo de la falsa religión que quieren imponerle, Pues los dirigentes religiosos de Israel son impositivos, y trasmiten miedo y tristeza en lugar de felicidad.
5. Jesús enseña que Dios no quiere sacrificios, asi como no quiere templos ni sacerdotes. Quiere justicia y misericordia, o sea amor mutuo, fraternidad entre todos. Es un laico y quiere que su pueblo vuelva a ser un pueblo de laicos sin clase superior. Los que mandan tendrán que portarse como servidores, como inferiores y no como “autoridades”.
6. Jesús será condenado por revolucionario, que quiere destruir el reino de Roma. Aunque los evangelios no refieran actos propiamente políticos en la misión de Jesús, está claro que el ideal de Jesús no era compatible con el imperio romano y la autoridad romana, que no podía no ver en él un peligro. No hace actos políticos pero Jesús lanza en el mundo un mensaje que cuestiona y condena todo el sistema social romano. Él bien lo sabe y sabe que el poder de Roma desaparecerá a la hora que Dios decida.
7. Jesús no huye cuando descubre que van a matarlo. Continúa hablando y actuando y acepta el martirio para no traicionar su mensaje. Muere por fidelidad a la misión recibida aún frente a la muerte. Huir sería quitarle toda credibilidad a su mensaje. Así hacen tantas autoridades humanas a la hora del peligro. De esta manera muestran que su discurso era falso y mentiroso.
Lo que sucede, es que la cristología que se desarrolla después del Concilio de Calcedonia, solo se interesa por la unión de las dos naturalezas en Jesucristo. Lo que le interesa es lo que Jesús es. Dice que Jesús fue Dios y hombre y expresa esa afirmación por la expresión de dos naturalezas: la divina y la humana. Sucede que estas dos naturalezas no son comparables.. La naturaleza divina no tiene historia y es totalmente sencilla. Pero la naturaleza humana no existe en un momento siempre igual a sí misma. El ser humano no existe en un momento fuera del tiempo y del espacio. El ser humano es una historia, una sucesión de actos organizados en virtud de un proyecto de vida. La cristología tradicional se limitó a comentar lo que Jesús es según el Concílio de Calcedonia y no se interesó por lo que hizo como ser humano, como fue su humanidad. Tomó la humanidad como algo abstracto, no histórico. Lo interesante era solamente que fuera un ser humano. O sea que tuviera la naturaleza humana. El problema es: ¿cómo ser discípulo de una pura naturaleza humana, de una humanidad abstracta igual para todos? La consecuencia fue que no hubo reflexión sobre el contenido de la vida de Jesús a partir de los evangelios en la teología oficial.
El capítulo del texto de preparación a Aparecida no contiene ninguna orientación para la vida humana concreta. Permanece en la línea de la teología escolástica tradicional sin incorporar todo lo que se estudió y se escribió en los últimos 50 años. Por eso el capítulo sobre el discipulado no contiene ninguna orientación para la vida en este mundo. Ofrece solamente orientaciones religiosas, como si ser discípulo fuera hacer actos religiosos. La vida del discípulo deja de ser una vida humana laical, vivida en este mundo, para ser una vida fuera del mundo, una vida hecha de actos religiosos, sin historia, sin proyecto, sin lucha, sin desafios, sin enemigos, sin obstáculos. Se vuelve a la manera del libro famoso De la Imitación de Cristo de Tomás Kempis, en el que se habla de todo salvo de la imitación de Jesús. Pues no se hace ninguna referencia a la vida real de Jesús. Solo hay interés por sus virtudes consideradas en forma abstracta fuera de su contexto histórico, como si las virtudes estuvieran actuando solas, en el aire, fuera de la historia humana.
En realidad no existe la prudencia en sí, ni la fortaleza en sí, ni las demás virtudes en sí, si no son aplicadas en circunstancias muy determinadas Sin refererencia a situaciones concretas, esas virtudes no dicen nada y no hacen nada, son entes de razón, entidades ideales que no existen salvo en el pensamiento, y por eso nada producen.
La teología escolástica ha eliminado la historia de la visión del cristianismo. Hizo del cristianismo una doctrina, un equivalente de la filosofía, que sigue las mismas normas de comprensión. Para los filósofos griegos la historia no es objeto de ciencia. La historia no tiene significado, no tiene sentido, es un sucesión arbitraria de hechos sin conexión. En la escolástica también el cristianismo es presentado como una doctrina universal válida para todos en todos los tiempos, igual para todos. Es un esquema de vida igual para todos, salvo que no todos logran aplicarlo en el mismo porcentaje. En ese esquema escolástico todas las generaciones son iguales, todas tienen los mismos problemas y todas tienen ante los ojos un programa de vida hecho de actos religiosos iguales para todos los pueblos en todos los tiempos.
Sin embargo, lo que la Biblia nos enseña es una historia: la historia del combate entre vida y muerte, entre las fuerzas de vida y las fuerzas de muerte en este mundo, en la humanidad. La salvación cristiana no es una cuestíon individual, sino la transformación de la humanidad entera. Es toda la humanidad que está sometida a fuerzas de muerte y toda la humanidad que está convocada para que pueda vencer la vida. Jesús vino a mostrar el camino de la humanidad. Ahora bien la humanidad no está hecha de una colección de seres humanos todos iguales con la misma misión. Cada persona humana está inserta en una historia global en la que ocupa un lugar único, o que le confiere una vocación única: buscar en esta situación única lo que Jesús haría. Las fuerzas de muerte y de vida cambian, porque la humanidad cambia; los retos cambian. Por eso cada generación tiene una tarea nueva, específica, única y cada individuo ocupa un lugar en su generación. Los pobres están construyendo una historia y siguen el modelo de Jesús. No pueden repetir literalmente lo que Jesús hizo, porque el mundo cambia. No estamos más en la Galilea de aquel tiempo y el imperio romano ha sido reemplazado por otro imperio diferente. Todos tenemos que buscar lo equivalente de la vida de Jesús, cada uno en su situación única. Hay que hacer actual el contenido de la vida de Jesús para ser verdaderamente discípulo.
Transcriptor-Editor: Enrique A. Orellana F.
LA PAZ ES OBRA DE LA JUSTICIA
Otra Iglesia es posible
Apreciación crítica e información adicional
Daniel Iglesias Grèzes
I. Apreciación crítica.
Es bueno que dentro de la Iglesia Católica haya oportunidades de debate y controversia entre representantes de distintas corrientes de pensamiento. En este sentido la difusión del precedente artículo del P. José Comblin brinda una ocasión bienvenida para el sereno intercambio de ideas.
Comienzo dando mi impresión global sobre ese artículo: discrepo casi totalmente con él y creo que se ubica fuera del ancho campo de la ortodoxia católica y del legítimo pluralismo teológico. Fundamentar esto detalladamente requeriría escribir un libro. Afortunadamente eso es innecesario, porque la teología del P. Comblin ya fue juzgada y rechazada por el Magisterio de la Iglesia. Para convencerse de esto basta releer la instrucción Libertatis nuntius de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunos aspectos de la «Teología de la liberación», fechada el día 6/08/1984. El texto completo de esta importante instrucción se encuentra en:
http://www.multimedios.org/docs2/d000256/index.html
Por consiguiente me limitaré a resaltar y comentar brevemente algunas afirmaciones sintomáticas del autor, que considero muy equivocadas y tendenciosas:
1. Los discípulos de Jesús no son como los estudiantes de los doctores de la ley. No estudian una ley... Ser discípulo no es estudiar la teología.
Los discípulos de Jesús no son como los estudiantes de los doctores de la ley: vale. Pero ¿los discípulos de Jesús no estudian una ley? No es que ésta sea su principal actividad, pero ¿no existe una Ley de Cristo que los discípulos deben estudiar, comprender y practicar? Ser discípulo no equivale a estudiar teología: cierto. Pero ¿el discípulo no debe estudiar la doctrina cristiana?
2. La teología es uno de los factores principales que sustentan la dominación clerical, dominación paternalista, pero dominación que todos los laicos perciben aunque los sacerdotes lo nieguen.
Se nota aquí un síntoma claro de una visión neomarxista, que aplica el viejo esquema de la lucha de clases al interior de la Iglesia. Aquí la clase dominante es el clero y la clase oprimida el laicado. Esto tiene poco que ver con la realidad y mucho de visión ideologizada y deformante.
3. “Jesús viene a anunciar felicidad, salvación, libertad: el mundo va a pertenecer a los pobres.” (n. 2).
He aquí una excelente forma de traicionar la esencia del Evangelio en muy pocas palabras. El verdadero mensaje de Jesús es muy diferente a una utopía política puramente inmanentista: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos" (Mateo 5,3). "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Juan 18,36).
4. “Jesús no viene a publicar una Ley dura como la de los doctores de Israel, sino vino a anunciar una felicidad.” (n. 2).
Es verdad que el Evangelio de Jesucristo es un mensaje de alegría, pero también es cierto que comporta la promulgación de una Ley nueva, superior a la antigua:
"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.” (Mateo 5,17-19).
Por otra parte, ¿habrá que recordar al P. Comblin las numerosas "palabras duras" de Jesús en los Evangelios? Por ejemplo:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran.” (Mateo 7,13-14).
La caridad cristiana es dulce, pero no es blanda. Puede traer consigo consecuencias duras, como el martirio: “El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí.” (Mateo 10,38).
5. “Jesús enseña que Dios no quiere sacrificios, asi como no quiere templos ni sacerdotes. Quiere justicia y misericordia, o sea amor mutuo, fraternidad entre todos. Es un laico y quiere que su pueblo vuelva a ser un pueblo de laicos sin clase superior.” (n. 5).
Contrariamente al esquemático Jesús de la teología del P. Comblin, el verdadero Jesús era un judío piadoso que amaba y veneraba el Templo de Jerusalén. Después que Jesús purificó el Templo expulsando a los mercaderes, “sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu casa me devorará” (Juan 2,17). Esta cita de Salmos 68,10 es aplicada por los discípulos al mismo Jesucristo.
¿Dios no quiere sacerdotes? ¿Jesús es un laico y quiere fundar un "pueblo de laicos"? Esto no es catolicismo y ni siquiera protestantismo, ya que también nuestros hermanos protestantes reconocen a Cristo como Sumo Sacerdote de la Iglesia, como lo expresa la Sagrada Escritura: “Por tanto, hermanos santos, partícipes de una vocación celestial, considerad al apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe, a Jesús” (Hebreos 3,1).
El Concilio Vaticano II enseña al respecto lo siguiente: “El ministerio eclesiástico, instituido por Dios, es ejercido en diversos órdenes que ya desde antiguo reciben los nombres de obispos, presbíteros y diáconos” (Constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia, n. 28). El sacramento del Orden fue instituido por el mismo Jesús en la Última Cena, junto con el sacramento de la Eucaristía. El Nuevo Testamento da testimonio de cómo –pocos años después de Pentecostés- el ministerio ordenado tomó la forma de los tres órdenes o grados actualmente existentes: obispos, presbíteros y diáconos.
6. La consecuencia fue que no hubo reflexión sobre el contenido de la vida de Jesús a partir de los evangelios en la teología oficial.
¿Acaso no se reflexiona en la teología tradicional sobre los misterios de la vida de Jesús: su Nacimiento, su Bautismo, sus milagros, su predicación, su Transfiguración, su Última Cena, su Pasión, Muerte y Resurrección, etc., etc? Asombra la falta de honestidad o de rigor intelectual de ciertos críticos de la teología tradicional.
7. En realidad no existe la prudencia en sí, ni la fortaleza en sí, ni las demás virtudes en sí, si no son aplicadas en circunstancias muy determinadas.
¿Y quién dice que las virtudes existen por separado, en el mundo de las ideas? ¿Puede el P. Comblin citar un solo texto escolástico que diga algo tan completamente anti-escolástico? Por supuesto que la prudencia existe en el hombre prudente y se manifiesta en actos de prudencia. No hay prudencia en el hombre que siempre actúa en forma imprudente. Y lo mismo vale para las demás virtudes.
8. La teología escolástica ha eliminado la historia de la visión del cristianismo. Hizo del cristianismo una doctrina, un equivalente de la filosofía, que sigue las mismas normas de comprensión.
Es verdad que recién en el siglo XIX (con John Henry Newman) la teología comenzó a reflexionar sistemáticamente sobre la evolución (o, mejor dicho, el desarrollo) de la doctrina cristiana a lo largo del tiempo. Sin embargo esto no equivale a la afirmación del P. Comblin, por las siguientes razones:
i. La teología escolástica no ignoró la importancia de la historia: durante toda la Edad Media se reflexionó sobre “La ciudad de Dios”, obra de San Agustín que presenta una visión cristiana de la historia; y en el siglo XII las grandes controversias sobre la doctrina de Joaquín de Fiore trataron precisamente sobre la teología de la historia.
ii. El cristianismo incluye una doctrina desde su misma aparición, aunque dicha doctrina haya tenido naturalmente un desarrollo histórico.
iii. Ningún teólogo cristiano ha dicho jamás que el cristianismo sea sólo una doctrina, sin una moral y un culto; ni que la salvación se alcance por el mero conocimiento.
iv. La teología escolástica utiliza el auxilio de la filosofía, pero tiene un método propio, distinto del método filosófico.
9. En la escolástica también el cristianismo es presentado como una doctrina universal válida para todos en todos los tiempos, igual para todos.
Sospecho que aquí está la principal clave de interpretación del artículo considerado: el P. Comblin sostiene una forma de relativismo historicista y quiere que la Iglesia renuncie a la filosofía cristiana, que siempre ha afirmado la capacidad del hombre de llegar a conocer la verdad de lo real. No hay mejor forma de destruir la fe cristiana que renegar de esta filosofía realista, intrínsecamente ligada a esa fe.
El mismo Concilio Vaticano II nos recuerda que el cristianismo es la religión verdadera:
“Así, pues, profesa en primer término el sagrado Concilio que Dios mismo manifestó al género humano el camino por el cual los hombres, sirviéndole a Él, pueden salvarse y llegar a ser bienaventurados en Cristo. Creemos que esta única religión verdadera subsiste en la Iglesia católica y apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de difundirla a todos los hombres” (Declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa, n. 1).
Por razones como ésta muchos “teólogos progresistas” que tanto usaron al Concilio Vaticano II en otros tiempos para sus intereses, hoy ya no saben más qué hacer con ese Concilio y prefieren desentenderse de él. Sería parte de un pasado que hay que superar...
Providencialmente leí el texto del P. Comblin el día de la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. ¡Cómo contrastan en los oídos y en el alma el Evangelio de ese día y las palabras de Comblin!
· El reino predicado por Cristo sería un reino de este mundo, el reino de los pobres. ¡Qué huecas y vacías suenan estas promesas de mesianismo político ante la perspectiva cierta de la muerte! Pero Jesús nos dice: "Mi Reino no es de este mundo" (Juan 18,36).
· La escolástica habría cometido el error de presentar la doctrina cristiana como verdadera. Pero Jesús dice a Pilato: "Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz" (Juan 18,37). Y Pilato (con los antiguos escépticos y los modernos relativistas) pregunta, desganado: "¿Qué es la verdad?” (Juan 18,38).
Desestimemos a los falsos profetas y pongamos toda nuestra confianza en la Palabra de Dios hecha carne, Jesucristo, quien nos prometió entre otras cosas lo siguiente: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." (Mateo 24,35).
"Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?" (Lucas 18,8).
II. Información adicional.
A quien esté interesado en hacerse una idea más completa acerca del pensamiento del P. Comblin le recomendamos la lectura de la entrevista de Carlos Peresa y Evaristo Villar a José Comblin en la revista Exodo, disponible en:
http://www.comitesromero.org/prensa/EntrevistaComblin.html
De esa entrevista destacamos las siguientes preguntas (P) y respuestas (R):
P. Acabamos de terminar el I Foro Mundial de Teología y Liberación. ¿Qué valoración haces de esta forma de teología en la situación actual?
R. Hace 30 ó 40 años, cuando se fundó la Teología de la Liberación, la idea era suscitar todas las fuerzas del pueblo cristiano para entrar en el movimiento revolucionario, que existía en aquel tiempo. Desde entonces se han producido grandes transformaciones.
¡Es muy notable la sinceridad del viejo teólogo! Por fin uno de los principales responsables de aquellos hechos ya lejanos reconoce que el objetivo de las formas más difundidas e influyentes de la Teología de la Liberación no era de orden religioso, sino de orden político: lograr que el caballo de la Iglesia Católica tirara del carro de la Revolución marxista, que parecía tener buenas perspectivas de éxito en los años sesenta y setenta del siglo XX en América Latina.
P. Volviendo al viejo teólogo de la liberación, ¿cuál es tu mensaje central en el último libro «El Camino»?
R. El propósito del libro es separar claramente lo que es cristiano de lo que es religioso. «Lo cristiano» es el mensaje de Jesucristo, que no es religioso, no funda una nueva religión, no crea ninguna actividad religiosa, sino al revés, destruye toda la religión de su pueblo. Es cierto que la gente necesita religión, dar expresión pública a un sentimiento religioso, pero eso no es el cristianismo todavía. La Iglesia ha pasado a lo largo de la historia por varias fases: reintrodujo el Antiguo Testamento creando los sacerdotes y reinterpretando la Eucaristía como el sacrificio; después integró también gran parte del sistema romano, la religión pública al servicio del Estado y legitimadora del mismo; introdujo también buena parte de la religión de los pueblos germánicos, de los que cambió poca cosa. El programa del Papa Gregorio venía a recomendar a los misioneros, que mandaba a Inglaterra, la siguiente misión: «Ustedes irán a los santuarios de los paganos, sacarán los ídolos que veneran y en su lugar coloquen las imágenes de los santos». Y de hecho continuaron su religión tradicional con un revestimiento cristiano.
Durante siglos, desde la alta Edad Media, se hizo ese convenio, que naturalmente facilitó la conquista de los estados europeos. El episcopado cierra los ojos y le basta con que la gente vaya a misa, se bautice y reciba la señal exterior de la Iglesia; pero la religión, que se practica, es la de los santos, una nueva expresión de sus espíritus tradicionales, y no el mensaje de Jesús. Eso no es el cristianismo.
Creo que estos últimos párrafos no necesitan mayores comentarios, dado que revelan con absoluta claridad que la teología del P. José Comblin no es católica.
A quien esté interesado en informarse acerca del Movimiento Internacional Somos Iglesia, le recomendamos la lectura del artículo “El Movimiento Internacional Somos Iglesia: Lobos disfrazados de ovejas”, de Magaly Llaguno, Directora Ejecutiva de Vida Humana Internacional, disponible en:
http://www.vidahumana.org/vidafam/anticath/resumen-somos-iglesia.html
Magaly Llaguno destaca que dicho movimiento es apoyado por el grupo pro-abortista “Católicas por el Derecho a Decidir” y que se manifiesta a favor de la legalización del aborto y del así llamado “matrimonio homosexual”.
Del artículo citado destacamos el siguiente párrafo:
“Los obispos españoles expresaron su oposición a la Corriente Somos Iglesia, mediante un comunicado de la Conferencia Episcopal Española, el 10 de julio del 2002. En él afirmaron que dicho grupo de disidentes "no es un grupo eclesial y no ha recibido ninguna aprobación ni reconocimiento canónico" y "propone afirmaciones y reinvindicaciones que se apartan claramente de las enseñanzas de la Iglesia Católica, hieren y van en detrimento de la comunión eclesial".”
Antes de concluir, deseo llamar la atención sobre el lema “Otra Iglesia es posible”, que figura al pie del artículo analizado. Este lema es utilizado por el Movimiento Internacional Somos Iglesia y alude obviamente al lema del Foro Social Mundial: “Otro mundo es posible”. Creo que, a la luz de lo expuesto aquí, resulta claro que el objetivo pretendido por este movimiento no es una Iglesia mejor, más santa o más fecunda, sino literalmente “otra Iglesia”, substancialmente distinta de la Iglesia Católica, en la que desde hace veinte siglos subsiste la única Iglesia de Cristo.
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