Ing. Daniel Iglesias Grèzes
Recomiendo la lectura del siguiente artículo, donde se hace una muy buena crítica filosófica al neodarwinismo, en tanto y en cuanto éste niega la existencia de una finalidad en la naturaleza: Cardenal Christoph Schönborn, The Designs of Science, en First Things Magazine (January 2006). El Cardenal Schönborn es Arzobispo de Viena y fue el editor general del Catecismo de la Iglesia Católica.
Evidentemente el cristiano debe rechazar toda forma de evolucionismo que suponga el materialismo, es decir la doctrina atea que niega la existencia de todo lo que sea inmaterial. Por otra parte, en principio no existen dificultades para que el cristiano acepte la noción general de evolución, es decir la idea de que todas las especies proceden unas de otras, a partir de un origen común.
Una cuestión importante que corresponde plantear es si la versión actualmente dominante de la teoría de la evolución (es decir, el neodarwinismo) es compatible o no con la fe cristiana. El neodarwinismo puede ser definido como la teoría que pretende explicar toda la evolución biológica en función de sólo dos factores: mutaciones genéticas puramente aleatorias y selección natural. Esta última es un mecanismo pasivo, que no hace avanzar la evolución, sino que sólo elimina gradualmente las variantes menos aptas.
En este artículo, el Cardenal Schönborn adopta una postura muy cauta ante esa cuestión, al mostrarse dispuesto a aceptar incluso una variante "metafísicamente modesta" del neodarwinismo (es decir, una variante que no implique lógicamente el materialismo), aunque a la vez concede que de hecho casi ninguna de las versiones existentes del neodarwinismo satisface esa condición. Un neodarwinismo “metafísicamente modesto” debería mantenerse abierto a la posibilidad de que Dios (Causa Primera) guíe la evolución biológica a través de las “causas segundas” del azar y la selección natural.
Creo que ante esta hipótesis se podría plantear dos tipos de objeciones:
1. Por una parte, habría que analizar si la noción de “neodarwinismo metafísicamente modesto” es coherente o es auto-contradictoria. En la medida en que el neodarwinismo no sólo prescinde metodológicamente de, sino que niega, la existencia de finalidad en la naturaleza, se encuentra en una oposición radical e ineliminable con la fe cristiana. Todo radica pues en determinar cuál es exactamente el rol explicativo asignado al azar en el neodarwinismo. En general ese rol es absoluto, de modo que excluye totalmente toda noción de una evolución diseñada o guiada por Dios.
2. Por otra parte, creo que es necesario tener en cuenta que hoy no existe un consenso acerca del valor propiamente científico del neodarwinismo. Dentro de la comunidad científica el neodarwinismo enfrenta cuestionamientos muy graves, al punto que muchos grandes científicos, como Denton, Gould, Crick, Hoyle, etc. (que no forman parte de la nueva corriente de pensamiento llamada Intelligent Design o Diseño Inteligente) lo consideran como una teoría insostenible. Más aún, según Karl Popper, el principal epistemólogo del siglo XX, el neodarwinismo sería una teoría pseudo-científica, por no ser “falsable”, vale decir, porque no hay ningún hecho posible o concebible que sus partidarios estén dispuestos a aceptar como refutación de esa teoría.
Recomiendo la lectura del siguiente artículo, donde se hace una muy buena crítica filosófica al neodarwinismo, en tanto y en cuanto éste niega la existencia de una finalidad en la naturaleza: Cardenal Christoph Schönborn, The Designs of Science, en First Things Magazine (January 2006). El Cardenal Schönborn es Arzobispo de Viena y fue el editor general del Catecismo de la Iglesia Católica.
Evidentemente el cristiano debe rechazar toda forma de evolucionismo que suponga el materialismo, es decir la doctrina atea que niega la existencia de todo lo que sea inmaterial. Por otra parte, en principio no existen dificultades para que el cristiano acepte la noción general de evolución, es decir la idea de que todas las especies proceden unas de otras, a partir de un origen común.
Una cuestión importante que corresponde plantear es si la versión actualmente dominante de la teoría de la evolución (es decir, el neodarwinismo) es compatible o no con la fe cristiana. El neodarwinismo puede ser definido como la teoría que pretende explicar toda la evolución biológica en función de sólo dos factores: mutaciones genéticas puramente aleatorias y selección natural. Esta última es un mecanismo pasivo, que no hace avanzar la evolución, sino que sólo elimina gradualmente las variantes menos aptas.
En este artículo, el Cardenal Schönborn adopta una postura muy cauta ante esa cuestión, al mostrarse dispuesto a aceptar incluso una variante "metafísicamente modesta" del neodarwinismo (es decir, una variante que no implique lógicamente el materialismo), aunque a la vez concede que de hecho casi ninguna de las versiones existentes del neodarwinismo satisface esa condición. Un neodarwinismo “metafísicamente modesto” debería mantenerse abierto a la posibilidad de que Dios (Causa Primera) guíe la evolución biológica a través de las “causas segundas” del azar y la selección natural.
Creo que ante esta hipótesis se podría plantear dos tipos de objeciones:
1. Por una parte, habría que analizar si la noción de “neodarwinismo metafísicamente modesto” es coherente o es auto-contradictoria. En la medida en que el neodarwinismo no sólo prescinde metodológicamente de, sino que niega, la existencia de finalidad en la naturaleza, se encuentra en una oposición radical e ineliminable con la fe cristiana. Todo radica pues en determinar cuál es exactamente el rol explicativo asignado al azar en el neodarwinismo. En general ese rol es absoluto, de modo que excluye totalmente toda noción de una evolución diseñada o guiada por Dios.
2. Por otra parte, creo que es necesario tener en cuenta que hoy no existe un consenso acerca del valor propiamente científico del neodarwinismo. Dentro de la comunidad científica el neodarwinismo enfrenta cuestionamientos muy graves, al punto que muchos grandes científicos, como Denton, Gould, Crick, Hoyle, etc. (que no forman parte de la nueva corriente de pensamiento llamada Intelligent Design o Diseño Inteligente) lo consideran como una teoría insostenible. Más aún, según Karl Popper, el principal epistemólogo del siglo XX, el neodarwinismo sería una teoría pseudo-científica, por no ser “falsable”, vale decir, porque no hay ningún hecho posible o concebible que sus partidarios estén dispuestos a aceptar como refutación de esa teoría.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario