Ing. Daniel Iglesias Grèzes
Pregunta:
Me impacta mucho el mandamiento cristiano del amor al enemigo. ¡Qué difícil es "ser perfectos" como Dios! Es un ideal difícilmente alcanzable…
En mi país, últimamente los crímenes violentos se han incrementado. Hace un mes un comercio cercano a mi casa fue asaltado y la policía mató a uno de los asaltantes. La verdad es que me alegré de que eso sucediera. Siento repulsión por los criminales. A menudo se trata de gente que ni siquiera está sufriendo hambre o miseria. Me parece que todo debe tener un límite y que no se puede tener consideraciones con las personas que no tienen consideración con uno.
¿Cómo practicar íntegramente el mensaje de Cristo? ¿Cómo se puede pedir a la gente que ame a su enemigo –como manda el Evangelio- cuando estamos a merced de criminales que no tienen ningún reparo en hacernos daño? ¿Cómo sentir compasión por quien mata para robar un reloj o quien arrebata a otro el fruto de mucho tiempo de trabajo porque no quiere esforzarse para obtener sus propias cosas? ¿Cómo se nos puede pedir que amemos a nuestros enemigos, si ellos amenazan nuestra integridad física? ¿No debería haber un límite a la tolerancia? ¿Cómo llenar el corazón de piedad ante ese tipo de personas? Uno no debe vivir odiando permanentemente a sus enemigos, pero ¿cómo justificar a alguien que mata a otra persona para robarle algo, dañando gravemente a una familia? ¿Esos delincuentes merecen caridad? Me parece saludable para uno mismo tratar de no vivir odiando para siempre a los malhechores, pero ¿cómo orar por ellos cuando han provocado un daño innecesario? En caso de agresión puedo orar con devoción por las víctimas u ofrecerles mi ayuda para mitigar su dolor; incluso puedo orar por el que me envidia o me desea el mal, pero ¿cómo orar por el que viola o mata a uno de mis familiares? ¿Cómo tener compasión de una persona para quien incluso la muerte es poco castigo? ¿Cómo explicar que hay gente que va a las cárceles a ayudar a los presos cuando aun hay víctimas suyas sufriendo?
Respuesta:
Creo que la respuesta a la pregunta sobre la posibilidad del amor cristiano al enemigo debe ante todo subrayar que el amor cristiano (la caridad) no es un amor romántico o sentimental sino una voluntad deliberada y firme de hacer el bien al otro, sea quien sea. Yo diría que es humanamente imposible sentir un cálido afecto por un injusto agresor, al menos durante la agresión. Sin embargo sí es posible y humanamente enaltecedor renunciar al odio y a la venganza y procurar vencer al mal con el bien en toda circunstancia.
Es justo practicar la legítima defensa contra una injusta agresión. El Catecismo de la Iglesia Católica, en los números 2263-2267 explica bajo cuáles condiciones puede darse esa legítima defensa, individual o social. También es correcto alegrarse de que una injusticia no se haya consumado; pero no es correcto alegrarse por el mal ajeno. La alegría por el mal ajeno es un pecado parecido a la envidia, pero al revés: la envidia es tristeza por el bien ajeno. Los cristianos debemos orar por nuestros enemigos y estar dispuestos a perdonarlos. Claro que nuestra oferta de perdón no afecta íntimamente al enemigo si éste no se convierte.
Agrego otras breves consideraciones:
· El crimen nunca puede ser verdaderamente justificado.
· Todo verdadero pecado es innecesario. Si un acto es necesario, entonces no es libre y por lo tanto no puede ser pecado. Por consiguiente allí no hay nada que perdonar.
· Los criminales no merecen la caridad cristiana, pero la necesitan; así como nosotros no merecemos ser amados infinitamente por Dios, pero igualmente Dios nos ama de esa manera, porque Él es infinitamente bueno.
· Jesús oró en la cruz por los que estaban asesinándolo mediante una tortura atroz. El cristiano debe ser otro Cristo.
· Visitar a los presos es una de las “obras de misericordia corporal” practicadas tradicionalmente por los cristianos. Esa obra de misericordia no se refiere sólo a los presos inocentes, sino también a los presos culpables. El testimonio del verdadero amor puede lograr la conversión incluso de los peores criminales. Pero esa conversión no se produce de un modo automático, sino que depende siempre del misterio de la libertad humana.
· Debemos pedir ayuda a Dios para que nos enseñe a amar a nuestros enemigos, en el sentido de responder al mal con el bien, no en el sentido sentimentalista.
· Sin la gracia de Dios, vivir el Evangelio de Cristo en su integridad es una tarea humanamente imposible. Pero contamos con la ayuda divina; y nada es imposible para Dios.
Pregunta:
Me impacta mucho el mandamiento cristiano del amor al enemigo. ¡Qué difícil es "ser perfectos" como Dios! Es un ideal difícilmente alcanzable…
En mi país, últimamente los crímenes violentos se han incrementado. Hace un mes un comercio cercano a mi casa fue asaltado y la policía mató a uno de los asaltantes. La verdad es que me alegré de que eso sucediera. Siento repulsión por los criminales. A menudo se trata de gente que ni siquiera está sufriendo hambre o miseria. Me parece que todo debe tener un límite y que no se puede tener consideraciones con las personas que no tienen consideración con uno.
¿Cómo practicar íntegramente el mensaje de Cristo? ¿Cómo se puede pedir a la gente que ame a su enemigo –como manda el Evangelio- cuando estamos a merced de criminales que no tienen ningún reparo en hacernos daño? ¿Cómo sentir compasión por quien mata para robar un reloj o quien arrebata a otro el fruto de mucho tiempo de trabajo porque no quiere esforzarse para obtener sus propias cosas? ¿Cómo se nos puede pedir que amemos a nuestros enemigos, si ellos amenazan nuestra integridad física? ¿No debería haber un límite a la tolerancia? ¿Cómo llenar el corazón de piedad ante ese tipo de personas? Uno no debe vivir odiando permanentemente a sus enemigos, pero ¿cómo justificar a alguien que mata a otra persona para robarle algo, dañando gravemente a una familia? ¿Esos delincuentes merecen caridad? Me parece saludable para uno mismo tratar de no vivir odiando para siempre a los malhechores, pero ¿cómo orar por ellos cuando han provocado un daño innecesario? En caso de agresión puedo orar con devoción por las víctimas u ofrecerles mi ayuda para mitigar su dolor; incluso puedo orar por el que me envidia o me desea el mal, pero ¿cómo orar por el que viola o mata a uno de mis familiares? ¿Cómo tener compasión de una persona para quien incluso la muerte es poco castigo? ¿Cómo explicar que hay gente que va a las cárceles a ayudar a los presos cuando aun hay víctimas suyas sufriendo?
Respuesta:
Creo que la respuesta a la pregunta sobre la posibilidad del amor cristiano al enemigo debe ante todo subrayar que el amor cristiano (la caridad) no es un amor romántico o sentimental sino una voluntad deliberada y firme de hacer el bien al otro, sea quien sea. Yo diría que es humanamente imposible sentir un cálido afecto por un injusto agresor, al menos durante la agresión. Sin embargo sí es posible y humanamente enaltecedor renunciar al odio y a la venganza y procurar vencer al mal con el bien en toda circunstancia.
Es justo practicar la legítima defensa contra una injusta agresión. El Catecismo de la Iglesia Católica, en los números 2263-2267 explica bajo cuáles condiciones puede darse esa legítima defensa, individual o social. También es correcto alegrarse de que una injusticia no se haya consumado; pero no es correcto alegrarse por el mal ajeno. La alegría por el mal ajeno es un pecado parecido a la envidia, pero al revés: la envidia es tristeza por el bien ajeno. Los cristianos debemos orar por nuestros enemigos y estar dispuestos a perdonarlos. Claro que nuestra oferta de perdón no afecta íntimamente al enemigo si éste no se convierte.
Agrego otras breves consideraciones:
· El crimen nunca puede ser verdaderamente justificado.
· Todo verdadero pecado es innecesario. Si un acto es necesario, entonces no es libre y por lo tanto no puede ser pecado. Por consiguiente allí no hay nada que perdonar.
· Los criminales no merecen la caridad cristiana, pero la necesitan; así como nosotros no merecemos ser amados infinitamente por Dios, pero igualmente Dios nos ama de esa manera, porque Él es infinitamente bueno.
· Jesús oró en la cruz por los que estaban asesinándolo mediante una tortura atroz. El cristiano debe ser otro Cristo.
· Visitar a los presos es una de las “obras de misericordia corporal” practicadas tradicionalmente por los cristianos. Esa obra de misericordia no se refiere sólo a los presos inocentes, sino también a los presos culpables. El testimonio del verdadero amor puede lograr la conversión incluso de los peores criminales. Pero esa conversión no se produce de un modo automático, sino que depende siempre del misterio de la libertad humana.
· Debemos pedir ayuda a Dios para que nos enseñe a amar a nuestros enemigos, en el sentido de responder al mal con el bien, no en el sentido sentimentalista.
· Sin la gracia de Dios, vivir el Evangelio de Cristo en su integridad es una tarea humanamente imposible. Pero contamos con la ayuda divina; y nada es imposible para Dios.
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