Ing. Daniel Iglesias Grèzes
Pregunta:
He leído un libro llamado “¿Dice la Biblia la Verdad?” escrito por un sacerdote. El libro dice que la Biblia se contradice y que, sacando partes de su contexto, podemos llegar a demostrar cosas que no eran lo que se pretendía decir. Dice también que las últimas palabras de Cristo en la cruz son diferentes en los cuatro Evangelios, ya que cada uno de ellos fue dirigido a pueblos diferentes con necesidades diferentes, y que la verdad contenida en la Biblia se refiere a nuestra salvación y se ha ido revelando en forma progresiva. Se debe considerar el conjunto de la Biblia para entender su mensaje, no sacar de ella frases sueltas para justificar nuestras creencias.
Los argumentos de este libro me parecieron muy coherentes. Por un lado, me convenció de que no se debe descartar la Biblia; pero, por otro lado, me dejó la sensación de que sobre esa base es muy difícil creer en dogmas como la institución de la Iglesia, el Papado, la prohibición de transfusiones de sangre, etc.
Respuesta:
Según la doctrina de la Iglesia Católica, la verdad revelada por Dios que la Biblia transmite sin error es la verdad religiosa y salvífica, no la verdad científica ni tampoco la verdad histórica, pese al valor histórico de muchos libros de la Biblia. La Biblia narra historias para transmitir verdades religiosas, lo cual no quiere decir -ni mucho menos- que esté desprovista de valor histórico. El cristianismo es una religión histórica en el sentido de que se basa en hechos históricos (Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, etc.).
Toda la Biblia (todo versículo de la Biblia) dice la verdad, transmite la verdad salvífica, pero no siempre es fácil descubrir en qué sentido, cuál es la verdad salvífica que Dios quiere transmitirnos en cada caso particular. Hay una ciencia teológica, la exégesis, que busca interpretar el verdadero sentido de cada texto bíblico. Por ser una ciencia, la exégesis utiliza los métodos racionales (hermenéuticos) aplicables también a la interpretación de cualquier texto meramente humano, no inspirado por Dios. Por ser una ciencia teológica, la exégesis no se basa sólo en la razón, sino que parte de la fe cristiana. Es una obra de la razón natural iluminada por la luz de la fe. Por lo tanto el exégeta católico no realiza su trabajo aisladamente, sino como parte del cuerpo de la Iglesia, que tiene un órgano (el Magisterio) al que Dios asiste para que interprete auténticamente la Sagrada Escritura, con la autoridad del mismo Cristo. De ahí que en la Iglesia Católica no haya lugar para el “libre examen” en el sentido protestante, es decir para la doctrina de que cada cristiano individual encuentra por sí mismo el verdadero sentido de la Escritura, gracias a la ayuda del Espíritu Santo, sin referencia a la Sagrada Tradición ni al Magisterio de la Iglesia.
También es doctrina y práctica de la Iglesia Católica, contra las herejías de todos los tiempos, interpretar cada texto de la Biblia en el contexto de la totalidad de la doctrina revelada. Es lo que se llama tradicionalmente "analogia fidei" (la analogía de la fe), que se opone por ejemplo a la propuesta de Martín Lutero de un "canon dentro del canon": la reinterpretación de toda la Biblia a partir de su doctrina favorita, la de la justificación por la “sola fe”, erigida por él arbitrariamente en centro y regla de todo lo demás.
Para un cristiano no es difícil creer en dogmas, vale decir en verdades que deben ser creídas firmemente por haber sido reveladas por Dios. ¿De qué serviría la transmisión fiel de la Revelación en la Biblia a lo largo de la historia si su interpretación quedara totalmente librada a la subjetividad de cada creyente? En ese caso, la Revelación de Dios en Cristo habría sido útil sólo en el siglo I.
Por último, la prohibición de las transfusiones de sangre es un absurdo en el que incurre sólo una secta no cristiana (los Testigos de Jehová), basándose en una lectura fundamentalista de la Biblia, es decir en una exégesis errónea y superficial, atada al sentido aparente de los textos bíblicos.
Pregunta:
He leído un libro llamado “¿Dice la Biblia la Verdad?” escrito por un sacerdote. El libro dice que la Biblia se contradice y que, sacando partes de su contexto, podemos llegar a demostrar cosas que no eran lo que se pretendía decir. Dice también que las últimas palabras de Cristo en la cruz son diferentes en los cuatro Evangelios, ya que cada uno de ellos fue dirigido a pueblos diferentes con necesidades diferentes, y que la verdad contenida en la Biblia se refiere a nuestra salvación y se ha ido revelando en forma progresiva. Se debe considerar el conjunto de la Biblia para entender su mensaje, no sacar de ella frases sueltas para justificar nuestras creencias.
Los argumentos de este libro me parecieron muy coherentes. Por un lado, me convenció de que no se debe descartar la Biblia; pero, por otro lado, me dejó la sensación de que sobre esa base es muy difícil creer en dogmas como la institución de la Iglesia, el Papado, la prohibición de transfusiones de sangre, etc.
Respuesta:
Según la doctrina de la Iglesia Católica, la verdad revelada por Dios que la Biblia transmite sin error es la verdad religiosa y salvífica, no la verdad científica ni tampoco la verdad histórica, pese al valor histórico de muchos libros de la Biblia. La Biblia narra historias para transmitir verdades religiosas, lo cual no quiere decir -ni mucho menos- que esté desprovista de valor histórico. El cristianismo es una religión histórica en el sentido de que se basa en hechos históricos (Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, etc.).
Toda la Biblia (todo versículo de la Biblia) dice la verdad, transmite la verdad salvífica, pero no siempre es fácil descubrir en qué sentido, cuál es la verdad salvífica que Dios quiere transmitirnos en cada caso particular. Hay una ciencia teológica, la exégesis, que busca interpretar el verdadero sentido de cada texto bíblico. Por ser una ciencia, la exégesis utiliza los métodos racionales (hermenéuticos) aplicables también a la interpretación de cualquier texto meramente humano, no inspirado por Dios. Por ser una ciencia teológica, la exégesis no se basa sólo en la razón, sino que parte de la fe cristiana. Es una obra de la razón natural iluminada por la luz de la fe. Por lo tanto el exégeta católico no realiza su trabajo aisladamente, sino como parte del cuerpo de la Iglesia, que tiene un órgano (el Magisterio) al que Dios asiste para que interprete auténticamente la Sagrada Escritura, con la autoridad del mismo Cristo. De ahí que en la Iglesia Católica no haya lugar para el “libre examen” en el sentido protestante, es decir para la doctrina de que cada cristiano individual encuentra por sí mismo el verdadero sentido de la Escritura, gracias a la ayuda del Espíritu Santo, sin referencia a la Sagrada Tradición ni al Magisterio de la Iglesia.
También es doctrina y práctica de la Iglesia Católica, contra las herejías de todos los tiempos, interpretar cada texto de la Biblia en el contexto de la totalidad de la doctrina revelada. Es lo que se llama tradicionalmente "analogia fidei" (la analogía de la fe), que se opone por ejemplo a la propuesta de Martín Lutero de un "canon dentro del canon": la reinterpretación de toda la Biblia a partir de su doctrina favorita, la de la justificación por la “sola fe”, erigida por él arbitrariamente en centro y regla de todo lo demás.
Para un cristiano no es difícil creer en dogmas, vale decir en verdades que deben ser creídas firmemente por haber sido reveladas por Dios. ¿De qué serviría la transmisión fiel de la Revelación en la Biblia a lo largo de la historia si su interpretación quedara totalmente librada a la subjetividad de cada creyente? En ese caso, la Revelación de Dios en Cristo habría sido útil sólo en el siglo I.
Por último, la prohibición de las transfusiones de sangre es un absurdo en el que incurre sólo una secta no cristiana (los Testigos de Jehová), basándose en una lectura fundamentalista de la Biblia, es decir en una exégesis errónea y superficial, atada al sentido aparente de los textos bíblicos.
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