Ing. Daniel Iglesias Grèzes
Pregunta:
Un amigo mío, que es Testigo de Jehová, me dijo que según la Biblia sólo los santos pueden comulgar. También me dijo que los católicos adoran imágenes. Respecto al segundo punto encontré fácilmente una página de apologética en Internet que demuestra que más que nada es un tema de interpretación. Pero no pude encontrar nada sobre el primer punto. Me extraña mucho que haya dos interpretaciones tan diferentes sobre un mismo punto de doctrina. Unos entienden que la comunión es para todos, mientras otros dicen que sólo los santos pueden recibirla. No logro encontrar en la Biblia ningún versículo que diga que "sólo los santos pueden comulgar", pero tampoco encuentro ninguno que diga que "todos pueden comulgar".
Apelando a unos versículos de Lucas 22, mi amigo dice que la idea original era que sólo comulgaran los santos. La Última Cena se realizó en un grupo pequeño y exclusivo. Luego, apoyándose en el Apocalipsis, me habló de un rebaño pequeño de 144.000 personas y de un rebaño grande. El rebaño pequeño, compuesto por los santos, pertenece al reino celestial. En cambio el rebaño grande vivirá en la tierra por mil años.
Respuesta:
La Iglesia Católica no enseña que cualquier persona o cualquier cristiano puede comulgar. La Eucaristía o Comunión es uno de los siete sacramentos de la Iglesia. Al recibir el Bautismo, primero de los sacramentos, una persona se convierte en hijo de Dios, discípulo de Cristo y miembro de la Iglesia. El Bautismo es uno de los requisitos para recibir cualquiera de los otros seis sacramentos. Existen además otros requisitos, que varían de un sacramento a otro. Para concentrarnos en tu consulta, consideremos el caso de la Eucaristía. Supongamos que el bautizado ha recibido ya la Primera Comunión, para lo cual se requiere generalmente cierta edad mínima y cierta preparación previa.
Volvamos a la proposición "sólo los santos pueden comulgar". Para evaluarla correctamente y discernir si es verdadera o falsa, es necesario que antes se defina con precisión qué se entiende por "santo", palabra que puede tener diversas acepciones.
En su sentido más corriente, la palabra "santo" designa a aquella persona que vive o ha vivido las virtudes cristianas en un grado heroico. Cuando un “santo” (en el sentido expuesto) muere, su alma va directamente al Cielo, porque no tiene penas para expiar en el Purgatorio.
Los santos canonizados por la Iglesia pertenecen a esa categoría de personas “canonizables” (“canon” significa regla; la vida de un santo canonizado puede servir como regla o ejemplo para los demás cristianos). En este sentido de la palabra “santo”, la frase "sólo pueden comulgar los santos" es falsa y no tiene sustento bíblico. La verdad es en cierto modo lo contrario. No comulgamos porque seamos ya santos, sino para llegar a ser santos. La Eucaristía nos santifica. No es necesario ser santo para comulgar. Basta estar en estado de gracia, o sea no estar en pecado mortal.
Un pecado es un acto humano (consciente y libre) moralmente malo, es decir que atenta contra la ley de Dios y contra la naturaleza y la vocación del hombre. Existen dos tipos de pecados:
· el pecado mortal o grave, que rompe la comunión con Dios;
· el pecado venial o leve, que daña la comunión con Dios, sin romperla.
Para que un pecado sea pecado mortal, deben darse simultáneamente las siguientes tres condiciones:
· materia grave (es decir, debe ser objetivamente una grave infracción moral);
· advertencia plena (es decir, debe ser cometido con conciencia de su maldad);
· consentimiento pleno (es decir, debe ser un acto deliberado).
El cristiano que está en pecado mortal no puede comulgar sin volver antes al estado de gracia o amistad con Dios. Para salir del estado de pecado mortal, debe arrepentirse y tener un sincero propósito de enmienda, recibir el perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia o Confesión y cumplir la penitencia impuesta por el confesor (o al menos tener una sincera voluntad de cumplirla).
El Capítulo 22 del Evangelio de Lucas narra la institución de la Eucaristía en la Última Cena. Los comensales eran pocos debido a las circunstancias. Fue una Cena Pascual de Jesús con sus más íntimos seguidores, los Doce Apóstoles, horas antes del arresto de Jesús en el Huerto de los Olivos, que dio inicio a su Pasión. Lucas 22 no dice en ninguna parte que sólo pueden comulgar los santos.
Pero la palabra “santo” puede tener también otros santidos. Así, por ejemplo, los primeros cristianos a veces se llamaban a sí mismos "los santos". Se daba así por sentado que generalmente esos cristianos se encontraban en estado de gracia. En este sentido, la proposición “sólo los santos pueden comulgar” es verdadera: sólo pueden comulgar los cristianos en estado de gracia.
Obviamente la acusación de que los católicos adoramos imágenes es una burda falsedad. Los católicos adoramos sólo a Dios. Jesús es verdadero Dios. Veneramos las imágenes que representan al Único Dios que adoramos y que nos ayudan a dirigir hacia Él nuestra imaginación y nuestra memoria.
Por último, te recomiendo un excelente artículo de Carlos Caso-Rosendi: ¿Se debe creer en los Testigos de Jehová? El autor, argentino, es un ex Testigo de Jehová, hoy católico devoto y militante.
Pregunta:
Un amigo mío, que es Testigo de Jehová, me dijo que según la Biblia sólo los santos pueden comulgar. También me dijo que los católicos adoran imágenes. Respecto al segundo punto encontré fácilmente una página de apologética en Internet que demuestra que más que nada es un tema de interpretación. Pero no pude encontrar nada sobre el primer punto. Me extraña mucho que haya dos interpretaciones tan diferentes sobre un mismo punto de doctrina. Unos entienden que la comunión es para todos, mientras otros dicen que sólo los santos pueden recibirla. No logro encontrar en la Biblia ningún versículo que diga que "sólo los santos pueden comulgar", pero tampoco encuentro ninguno que diga que "todos pueden comulgar".
Apelando a unos versículos de Lucas 22, mi amigo dice que la idea original era que sólo comulgaran los santos. La Última Cena se realizó en un grupo pequeño y exclusivo. Luego, apoyándose en el Apocalipsis, me habló de un rebaño pequeño de 144.000 personas y de un rebaño grande. El rebaño pequeño, compuesto por los santos, pertenece al reino celestial. En cambio el rebaño grande vivirá en la tierra por mil años.
Respuesta:
La Iglesia Católica no enseña que cualquier persona o cualquier cristiano puede comulgar. La Eucaristía o Comunión es uno de los siete sacramentos de la Iglesia. Al recibir el Bautismo, primero de los sacramentos, una persona se convierte en hijo de Dios, discípulo de Cristo y miembro de la Iglesia. El Bautismo es uno de los requisitos para recibir cualquiera de los otros seis sacramentos. Existen además otros requisitos, que varían de un sacramento a otro. Para concentrarnos en tu consulta, consideremos el caso de la Eucaristía. Supongamos que el bautizado ha recibido ya la Primera Comunión, para lo cual se requiere generalmente cierta edad mínima y cierta preparación previa.
Volvamos a la proposición "sólo los santos pueden comulgar". Para evaluarla correctamente y discernir si es verdadera o falsa, es necesario que antes se defina con precisión qué se entiende por "santo", palabra que puede tener diversas acepciones.
En su sentido más corriente, la palabra "santo" designa a aquella persona que vive o ha vivido las virtudes cristianas en un grado heroico. Cuando un “santo” (en el sentido expuesto) muere, su alma va directamente al Cielo, porque no tiene penas para expiar en el Purgatorio.
Los santos canonizados por la Iglesia pertenecen a esa categoría de personas “canonizables” (“canon” significa regla; la vida de un santo canonizado puede servir como regla o ejemplo para los demás cristianos). En este sentido de la palabra “santo”, la frase "sólo pueden comulgar los santos" es falsa y no tiene sustento bíblico. La verdad es en cierto modo lo contrario. No comulgamos porque seamos ya santos, sino para llegar a ser santos. La Eucaristía nos santifica. No es necesario ser santo para comulgar. Basta estar en estado de gracia, o sea no estar en pecado mortal.
Un pecado es un acto humano (consciente y libre) moralmente malo, es decir que atenta contra la ley de Dios y contra la naturaleza y la vocación del hombre. Existen dos tipos de pecados:
· el pecado mortal o grave, que rompe la comunión con Dios;
· el pecado venial o leve, que daña la comunión con Dios, sin romperla.
Para que un pecado sea pecado mortal, deben darse simultáneamente las siguientes tres condiciones:
· materia grave (es decir, debe ser objetivamente una grave infracción moral);
· advertencia plena (es decir, debe ser cometido con conciencia de su maldad);
· consentimiento pleno (es decir, debe ser un acto deliberado).
El cristiano que está en pecado mortal no puede comulgar sin volver antes al estado de gracia o amistad con Dios. Para salir del estado de pecado mortal, debe arrepentirse y tener un sincero propósito de enmienda, recibir el perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia o Confesión y cumplir la penitencia impuesta por el confesor (o al menos tener una sincera voluntad de cumplirla).
El Capítulo 22 del Evangelio de Lucas narra la institución de la Eucaristía en la Última Cena. Los comensales eran pocos debido a las circunstancias. Fue una Cena Pascual de Jesús con sus más íntimos seguidores, los Doce Apóstoles, horas antes del arresto de Jesús en el Huerto de los Olivos, que dio inicio a su Pasión. Lucas 22 no dice en ninguna parte que sólo pueden comulgar los santos.
Pero la palabra “santo” puede tener también otros santidos. Así, por ejemplo, los primeros cristianos a veces se llamaban a sí mismos "los santos". Se daba así por sentado que generalmente esos cristianos se encontraban en estado de gracia. En este sentido, la proposición “sólo los santos pueden comulgar” es verdadera: sólo pueden comulgar los cristianos en estado de gracia.
Obviamente la acusación de que los católicos adoramos imágenes es una burda falsedad. Los católicos adoramos sólo a Dios. Jesús es verdadero Dios. Veneramos las imágenes que representan al Único Dios que adoramos y que nos ayudan a dirigir hacia Él nuestra imaginación y nuestra memoria.
Por último, te recomiendo un excelente artículo de Carlos Caso-Rosendi: ¿Se debe creer en los Testigos de Jehová? El autor, argentino, es un ex Testigo de Jehová, hoy católico devoto y militante.
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