viernes, octubre 17, 2008

La reverencia debida a las cosas santas

Ing. Daniel Iglesias Grèzes

Pregunta:
Habiendo leído el Evangelio de ayer y un comentario que le hace un sacerdote, ese comentario me ha dejado muchas dudas. No veo el sentido de referir este pasaje a la santidad de la Eucaristía. A continuación reproduciré el texto del Evangelio y el comentario referido.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas. Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!".” (Mateo 7,6.12-14).

“Aunque, como reconoce la mayoría de los estudiosos, es difícil la interpretación del versículo 6 de este capítulo, la gran mayoría de los exégetas está de acuerdo en que es probable que esté referido a la santidad de la Eucaristía, y a aquellos que no reconocen la presencia real de Cristo en ella, y que en un momento dado su incredulidad los lleva a recibirla sin la fe y sin la piedad que ésta requiere. Debemos recordar que en la primera comunidad había un gran celo y un gran respeto por la Eucaristía (y en general por las cosas santas), de manera que de la Eucaristía sólo podían participar los bautizados, lo cual significaba haber aceptado la vida concorde al Evangelio y vivirla conforme a éste. Los catecúmenos, así como los paganos, no eran admitidos. Quizás hoy valdría la pena el reflexionar en la santidad de lo que recibimos los domingos, a manera de hacernos más conscientes de que se nos da "una cosa Santa", es decir, el cuerpo y la sangre de Cristo. Piensa hoy un poco en cuál es tu actitud al ir a recibir la Comunión… ¿Eres verdaderamente consciente de la santidad de lo que recibes? Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.”

Respuesta:
De las mismas palabras de Jesús se deduce que hay un paralelismo entre las "cosas santas" y las "perlas". Las segundas simbolizan a las primeras.

Ahora bien, en la Iglesia hay muchas "cosas santas", pero nada es más Santo que Dios mismo. La Eucaristía es el Hijo de Dios (la segunda persona de la Santísima Trinidad) en cuerpo, sangre, alma y divinidad, es decir en toda la realidad de su persona divina en dos naturalezas, divina y humana. De modo que la interpretación eucarística de la frase en cuestión me parece muy correcta.

Como bien dice el comentario que citaste, los cristianos de los primeros siglos tenían una viva conciencia de la reverencia debida a lo sagrado en general, y particularmente a la Eucaristía. De ahí que la Iglesia estableciera una “disciplina del arcano”, que prohibía la participación de los no creyentes -e incluso de los catecúmenos- en la liturgia de la Eucaristía (los catecúmenos podían participar de la liturgia de la Palabra). Hoy esa antigua disciplina se ha relajado mucho y nuestra sensibilidad espiritual se ha embotado bastante, a tal punto que nos cuesta percibir adecuadamente la maldad del sacrilegio, que nuestros antepasados sentían intensamente en tiempos no muy lejanos.

También me parece correcta (y complementaria con la anterior) una interpretación espiritual o catequética de la frase de Jesús: las "perlas" representan además a la Palabra de Dios, otra "cosa santa" íntimamente ligada a la Eucaristía. La frase analizada es entonces un consejo parecido a aquel otro que dio Jesús a los discípulos que envió a misionar: ofrezcan su saludo y su paz a todos; pero si alguien no quiere recibirlos, sacudan hasta el polvo de esa casa de sus pies y márchense a otro lugar.

Dado que, lamentablemente, hemos perdido bastante el sentido de lo sagrado, por lo común no tenemos grandes dificultades para entretenernos hablando de cosas santas con personas que tienen hacia ellas una actitud irreverente o hasta blasfema. Eso es casi siempre una pérdida de tiempo y un error. Que el Señor nos ayude a tener el debido respeto a su Santo Nombre (segundo mandamiento del Decálogo) y a todo lo sagrado. Amén.

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