Ing. Daniel Iglesias Grèzes
Pregunta:
He tenido contacto tanto con comunidades católicas como con comunidades evangélicas, pero no me he sentido a gusto en ellas, porque no comparto todas sus creencias. A veces pienso que es mejor no frecuentar ninguno de esos grupos, porque eso me hace sentir mejor. ¿A qué se puede deber el hecho de que el no pertenecer a una religión me haga sentir más cercano a Dios y que el formar parte de un grupo religioso me lleve a dudar de muchas cosas? ¿Es necesaria la religión para estar en relación con Dios o será mejor ser deísta?
Respuesta:
La fe católica es fe en Dios, en Jesucristo y en la Iglesia (en ese orden jerárquico).
El Dios del deísmo es un Dios lejano, que no interfiere con la vida de los hombres. Es el Creador (los masones lo llaman “Gran Arquitecto Del Universo”), pero su relación con el mundo se parece a la de un relojero que fabrica un reloj, le da cuerda para echarlo a andar y luego lo deja solo, desinteresándose de él. Para los deístas, un Dios lleno de amor y misericordia por los seres humanos sería algo tan extraño o absurdo como un hombre locamente apasionado por las hormigas. Por eso el deísmo teórico es compatible con un ateísmo práctico. El deísta puede vivir como si Dios no existiera, ya que al fin de cuentas un Dios así tiene escasa importancia existencial.
En cambio, la fe cristiana en Dios es muchísimo más comprometedora. El cristiano cree en un Dios personal (o hiperpersonal, si quieres, pero no impersonal), que nos ama como Padre y se ha revelado y comunicado a Sí mismo entrando en nuestra historia por medio de la Encarnación de Su Hijo, Jesucristo, quien vivió y murió por nuestra salvación, amando y perdonando hasta el extremo.
La Iglesia terrestre es la prolongación de la presencia y de la acción visibles de Cristo en la historia. Ella es el Cuerpo de Cristo, el signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y de la unión de los hombres entre sí en Jesucristo, el único Salvador del mundo, el único Mediador entre Dios y los hombres.
El hombre es un ser esencialmente religioso, que sólo puede realizarse plenamente y alcanzar su felicidad en la verdadera religión, es decir en la debida relación con Dios. Cae de su peso que si Dios ha hablado a los hombres, revelándoles la verdad acerca de Sí mismo y acerca del propio hombre, no cabe otra actitud sensata que la humilde escucha de Su palabra y la obediencia a Su santa voluntad.
Por otra parte, el Nuevo Testamento muestra de mil maneras que Cristo y la Iglesia son inseparables, como la Cabeza y el Cuerpo, como el Esposo y la Esposa. No puede haber Cristo sin Iglesia, ni Iglesia sin Cristo. En el Evangelio, Jesucristo dice:
"Yo estaré con ustedes [sus discípulos] todos los días, hasta el fin del mundo". "Las puertas [los poderes] del Infierno no prevalecerán contra ella [la Iglesia]". "El que a ustedes [sus discípulos] recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado". "El que da un vaso de agua a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa en el Reino de los Cielos". Etc.
No puedo juzgarte. Debes considerar por ti mismo la posibilidad de que la tentación de rechazar a la Iglesia te venga de un equivocado sentimiento de superioridad. Es cierto que los cristianos damos a menudo un testimonio insuficiente, a veces falso; pero también es verdad que "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". Es Dios quien nos salva en Cristo; no nos salvamos a nosotros mismos. No tenemos nada de qué gloriarnos, sino de Cristo muerto y resucitado, quien nos amó y se entregó por nosotros. Todo lo que tenemos, de Dios lo hemos recibido. A la Santa Iglesia, nuestra Madre, le debemos el haber hecho posible nuestro encuentro personal e histórico con Cristo y el haber engendrado en nosotros la fe en Él.
Mi recomendación es ésta: no te alejes de la Iglesia. Alejarse de la Iglesia es alejarse de Cristo. Continúa buscando la verdad apasionadamente, en la oración y la acción. Y recuerda que "todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá".
Pregunta:
He tenido contacto tanto con comunidades católicas como con comunidades evangélicas, pero no me he sentido a gusto en ellas, porque no comparto todas sus creencias. A veces pienso que es mejor no frecuentar ninguno de esos grupos, porque eso me hace sentir mejor. ¿A qué se puede deber el hecho de que el no pertenecer a una religión me haga sentir más cercano a Dios y que el formar parte de un grupo religioso me lleve a dudar de muchas cosas? ¿Es necesaria la religión para estar en relación con Dios o será mejor ser deísta?
Respuesta:
La fe católica es fe en Dios, en Jesucristo y en la Iglesia (en ese orden jerárquico).
El Dios del deísmo es un Dios lejano, que no interfiere con la vida de los hombres. Es el Creador (los masones lo llaman “Gran Arquitecto Del Universo”), pero su relación con el mundo se parece a la de un relojero que fabrica un reloj, le da cuerda para echarlo a andar y luego lo deja solo, desinteresándose de él. Para los deístas, un Dios lleno de amor y misericordia por los seres humanos sería algo tan extraño o absurdo como un hombre locamente apasionado por las hormigas. Por eso el deísmo teórico es compatible con un ateísmo práctico. El deísta puede vivir como si Dios no existiera, ya que al fin de cuentas un Dios así tiene escasa importancia existencial.
En cambio, la fe cristiana en Dios es muchísimo más comprometedora. El cristiano cree en un Dios personal (o hiperpersonal, si quieres, pero no impersonal), que nos ama como Padre y se ha revelado y comunicado a Sí mismo entrando en nuestra historia por medio de la Encarnación de Su Hijo, Jesucristo, quien vivió y murió por nuestra salvación, amando y perdonando hasta el extremo.
La Iglesia terrestre es la prolongación de la presencia y de la acción visibles de Cristo en la historia. Ella es el Cuerpo de Cristo, el signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y de la unión de los hombres entre sí en Jesucristo, el único Salvador del mundo, el único Mediador entre Dios y los hombres.
El hombre es un ser esencialmente religioso, que sólo puede realizarse plenamente y alcanzar su felicidad en la verdadera religión, es decir en la debida relación con Dios. Cae de su peso que si Dios ha hablado a los hombres, revelándoles la verdad acerca de Sí mismo y acerca del propio hombre, no cabe otra actitud sensata que la humilde escucha de Su palabra y la obediencia a Su santa voluntad.
Por otra parte, el Nuevo Testamento muestra de mil maneras que Cristo y la Iglesia son inseparables, como la Cabeza y el Cuerpo, como el Esposo y la Esposa. No puede haber Cristo sin Iglesia, ni Iglesia sin Cristo. En el Evangelio, Jesucristo dice:
"Yo estaré con ustedes [sus discípulos] todos los días, hasta el fin del mundo". "Las puertas [los poderes] del Infierno no prevalecerán contra ella [la Iglesia]". "El que a ustedes [sus discípulos] recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado". "El que da un vaso de agua a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa en el Reino de los Cielos". Etc.
No puedo juzgarte. Debes considerar por ti mismo la posibilidad de que la tentación de rechazar a la Iglesia te venga de un equivocado sentimiento de superioridad. Es cierto que los cristianos damos a menudo un testimonio insuficiente, a veces falso; pero también es verdad que "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". Es Dios quien nos salva en Cristo; no nos salvamos a nosotros mismos. No tenemos nada de qué gloriarnos, sino de Cristo muerto y resucitado, quien nos amó y se entregó por nosotros. Todo lo que tenemos, de Dios lo hemos recibido. A la Santa Iglesia, nuestra Madre, le debemos el haber hecho posible nuestro encuentro personal e histórico con Cristo y el haber engendrado en nosotros la fe en Él.
Mi recomendación es ésta: no te alejes de la Iglesia. Alejarse de la Iglesia es alejarse de Cristo. Continúa buscando la verdad apasionadamente, en la oración y la acción. Y recuerda que "todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá".
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