jueves, octubre 16, 2008

El anuncio del Evangelio

Ing. Daniel Iglesias Grèzes

Pregunta:
El Evangelio de hoy me dejó algunas dudas. El texto es el siguiente:

“En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: "Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.
No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: 'Que haya paz en esta casa'. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacudan el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad".”
(Mateo 10,7-15).

Mis dudas son las siguientes:

1. "Ya se acerca el Reino de los Cielos". ¿A qué se refiere Jesús con esto? Parece que anuncia algo que nunca llegó, algo que seguimos esperando. ¿Jesús se refiere a su muerte? El Evangelio de Mateo menciona en algunos versículos que se acerca el "fin de los tiempos", el cual -como podemos constatar- nunca estuvo cerca.
2. ¿La parte de “Vayan y proclamen” hace referencia a todos, o sólo a los Apóstoles (y hoy día a los Obispos y Sacerdotes)?
3. ¿El deber de evangelizar consiste necesariamente en tratar de convencer a la gente de la verdad de la fe cristiana o es más bien una forma de vida? Es decir, ¿el cristiano debería tratar de explicar de la mejor manera posible el mensaje de Cristo o se trata más bien de dar ejemplo con nuestras actitudes y hechos?

4. Por otra parte, este texto contiene un mensaje muy fuerte de austeridad que no veo que hoy se aplique en ningún lado, exceptuando a algunos misioneros en países pobres, que realmente viven con lo mínimo.

Entonces, ¿cómo se deben interpretar estos pasajes?

Respuesta:
El Reino de los Cielos llegó a la tierra con la persona de Jesús. Él mismo es el Reino de Dios en plenitud. Su Encarnación y su Pascua inauguran el fin de los tiempos, la última etapa de la larga historia de la humanidad, en la que ahora estamos. Esta etapa puede ser corta o larga (eso sólo Dios lo sabe) pero ya está en marcha, orientada hacia su culminación en la Parusía o Segunda Venida de Cristo. Ésta marcará el fin del mundo presente y su transformación en "los cielos nuevos y la tierra nueva" en los que Dios será "todo en todos", como dice la Sagrada Escritura.

El deber de evangelizar afecta a todo cristiano, aunque de modo diverso según su vocación particular (sacerdote, religioso, laico, etc.). La Iglesia es misionera por naturaleza.

El testimonio cristiano abarca hechos y palabras, ligados indisolublemente entre sí. Las palabras sin hechos son hipócritas; los hechos sin palabras son mudos: pierden buena parte de su eficacia, porque fácilmente pueden ser incomprendidos.

También los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia) obligan a todo cristiano, aunque de distintos modos, según su vocación y estado de vida.

La pobreza evangélica no es un elogio de la miseria, sino más bien austeridad, sobriedad, abnegación, desprendimiento de las cosas materiales, libertad frente a las riquezas, generosidad. No es renuncia a la eficacia de las modernas tecnologías, sino una puesta de confianza absoluta en la fecundidad intrínseca de la Palabra de Dios. No nos obliga a renunciar a todo lo que tenemos y a vivir en la carencia total de bienes materiales, sino más bien a un desapego de esos bienes y a una voluntad de compartirlos. Lo que nos sobra (si nos sobra de veras, sin atenuantes) nos pertenece jurídicamente, pero no moralmente. La propiedad privada es un derecho natural, pero no un derecho absoluto, porque está gravada por el destino universal de los bienes de la tierra, querido por el Creador. Lo que tenemos no nos ha sido dado para nuestro disfrute egoísta, sino para el bien de todos. Esto se da dentro de un cierto orden: uno no puede resolver por sí mismo todos los problemas del mundo; es natural que uno se dedique más a su familia, sus amigos y conocidos, su barrio, su país, etc.; pero debemos estar atentos a las necesidades de todos.

Los tres consejos evangélicos tienen una estructura común:
· la pobreza es liberación del afán desordenado de riqueza, contra la tentación del mundo.
· la castidad es liberación del afán desordenado de placer, contra la tentación de la carne.
· la obediencia es liberación del afán desordenado de libertad o auto-determinación, contra la tentación del demonio.

Parece claro que, de los tres consejos evangélicos, la pobreza es el más fácil de practicar y la obediencia el más difícil. Pero contamos siempre con el auxilio de la gracia de Dios, para quien nada es imposible. Como escribió San Pablo, “todo lo puedo en Aquel que me conforta”.

No hay comentarios.: