viernes, noviembre 28, 2008

La Gran Ramera

Daniel Iglesias Grèzes

Una amable lectora de Fe y Razón me envió una copia de una presentación titulada La Gran Ramera -que circula por Internet- y me pidió que la comentara, para tratar de ayudar a algunos amigos católicos que se han sentido confundidos por los numerosos argumentos anticatólicos de ese documento. Comienzo pues esa tarea, que, Dios mediante, cumpliré gradualmente, ya que el archivo en cuestión contiene tal sarta de disparates, que refutarlos no es trabajo de un día.

La anónima presentación parece ser obra de Testigos de Jehová. Lleva en sí dos de sus marcas de fábrica: el uso del nombre “Jehová” para referirse a Dios y un furibundo anticatolicismo de la más rancia tradición protestante, con su típico empeño en demostrar que el Papa es el Anticristo.

Consideraré entonces algunos de los puntos alegados por el autor (o autores) de La Gran Ramera:

1. Las diapositivas 4-6 exponen una típica acusación protestante contra los católicos: la de que éstos adoran imágenes, contrariando los mandatos divinos al respecto. Se trata de una acusación absurda, basada en una gran ignorancia o distorsión de la doctrina católica. Los católicos adoramos sólo a Dios. Veneramos, no adoramos, a las imágenes que ayudan a nuestra memoria e imaginación a referirse a Dios y a su Palabra hecha carne, Jesucristo, imagen visible de Dios invisible. Sólo quien, como los Testigos de Jehová, rechaza el dogma cristiano básico de la Encarnación, puede negar el derecho de los cristianos de hacer lo que Dios mismo ha hecho: imágenes de Dios. La interpretación de la Biblia de los Testigos de Jehová falla gravemente por su tendencia al fundamentalismo (o sea, por su apego al sentido aparente de los textos bíblicos, sin una correcta exégesis, científica y teológica), su sectarismo (que los lleva a torcer el sentido de muchos pasajes bíblicos para acomodarlos a la doctrina de su secta) y su tendencia judaizante, que los lleva a rechazar la novedad radical del Nuevo Testamento (la Revelación de Dios uno y trino en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre) y a mantenerse adheridos a aspectos de la Ley de Moisés que sólo tuvieron un sentido pedagógico de preparación a la Nueva Alianza, como, por ejemplo, la prohibición de hacer imágenes de Dios, que apuntaba a evitar la tentación del culto idolátrico, tan poderosa en la Edad Antigua.

2. La diapositiva 7 contiene estas afirmaciones: “Fue el sistema papal quien guió a Hitler para destruir a más de 6 millones de judíos. El sistema papal mató a millones de cristianos durante la famosa Santa Inquisición.” Se trata de graves errores: una enorme mentira (la referida al Holocausto) y una tremenda exageración (la referida a la Inquisición). Espero poder tratar estos dos temas con más detenimiento en el futuro. De momento me limito a negar ambas afirmaciones y a decir dos cosas: por un lado, que el nazismo tuvo un carácter profundamente anticristiano y anticatólico, que su ideología tuvo raíces muy alejadas del pensamiento católico, y que Hitler persiguió a la Iglesia Católica y mató a muchos católicos por odio a su fe; por otro lado, que modernos estudios efectuados por historiadores libres de prejuicios han desacreditado la tremebunda “leyenda negra” creada por la propaganda protestante y liberal contra la Iglesia Católica con base en la Inquisición, y han redescubierto que el número real de sus víctimas fue muchísimo menor que el pregonado por interesadas exageraciones.

3. La diapositiva 11 pretende demostrar que el Vaticano es la ciudad localizada sobre siete montes mencionada en Apocalipsis 17,9. Comete el grueso error de confundir el Vaticano con Roma. Efectivamente, Roma (no el Vaticano) era conocida como “la ciudad de los siete montes”. Pero además, el Apocalipsis ataca simbólicamente al violento e idolátrico poder pagano del Imperio Romano, con sede en Roma. El hecho de que el antiguo Emperador de Roma y el Obispo de Roma residieran en una misma ciudad no autoriza a trasladar la condena bíblica del uno al otro, falsificando su sentido.