lunes, agosto 29, 2005

Tomad, Señor, y recibid

Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber
y mi poseer;
Vos me lo diste;
a Vos, Señor, lo torno;
todo es vuestro,
disponed todo a vuestra voluntad;
dadme vuestro amor y gracia,
que esto me basta.

San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales,
Cuarta Semana, Contemplación para alcanzar amor, Primer punto.

Dios del conocimiento

Crece en mí. Irrádiate dentro de mí siempre más. Ilumíname, Luz eterna, dulce Luz del alma. Resuena en mí siempre más perceptiblemente, Palabra del Padre, Palabra del amor, Jesús. Nos dijiste que nos revelaste todo lo que habías oído del Padre. Tu palabra es verdad, porque lo que oíste del Padre eres Tú mismo, Palabra del Padre, que conoce al Padre y a Sí mismo. Y Tú eres mío, Tú, Palabra que está por encima de todas las palabras humanas, Tú, Luz, ante la cual toda luz terrena se torna noche. Sólo Tú debes alumbrarme. Sólo Tú hablarme. Todo lo demás que sé y aprendí no debe serme otra cosa que una guía hacia Ti, algo que debe madurarme -por medio del dolor que me prepara, según la expresión de tu sabio- para conocerte cada vez mejor.

Y cuando ha logrado esto, entonces ella misma puede otra vez desvanecerse en el olvido. Entonces Tú serás la última palabra, la única que permanece y que jamás se olvida. Entonces, cuando todo calle en la muerte y yo haya aprendido y sufrido todo, entonces comenzará el gran silencio, dentro del cual sólo Tú resuenas, Tú, Palabra por los siglos de los siglos. Entonces todas las palabras humanas se habrán embotado; y el ser y la sabiduría, el conocimiento y la experiencia serán una misma cosa: "conoceré como soy conocido", entenderé lo que siempre me has dicho: a Ti mismo. Ninguna palabra humana, ninguna imagen ni concepto volverán a interponerse entre Tú y yo. Tú mismo serás la Palabra del júbilo, del amor y de la vida que llena todos los espacios de mi alma.

Así, pues, sé desde ahora mi consuelo cuando toda ciencia, cuando tu misma revelación en palabras humanas no llena todavía el afán de mi corazón, cuando mi alma se cansa con las muchas palabras que empleamos para hablar de Ti, y en las cuales, sin embargo, todavía no te poseemos a Ti mismo. Sea que mis pensamientos resplandezcan en las horas tranquilas para volver a empalidecerse en la rutina de cada día, sea que me vengan conocimientos para volver a sumergirse en el olvido, tu Palabra vive en mí, aquella de la cual está escrito: "La palabra del Señor permanece eternamente". Tú mismo eres mi conocimiento, el cual es la Luz y la Vida.

Tú mismo eres mi conocimiento y experiencia, Tú, Dios de aquel conocimiento que es eterno y dicha sin fin.

Karl Rahner, Palabras al silencio. Oraciones cristianas,
Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra, España) 1988, Octava Edición, pp. 48-50.

Reverencia

I bow at Jesu's name, for 'tis the Sign
Of awful mercy towards a guilty line
Of shameful ancestry, in birth defiled,
And upwards from a child
Full of unlovely thoughts and rebel aims
And scorn of judgement-flames,
How without fear can I behold my Life,
The Just assailing sin, and death-stain'd in the strife?

And so, albeit His woe is our release,
Thought of that woe aye dims our earthly peace;
The Life is hidden in a Fount of Blood!
And this is tidings good
For souls who, pierced that they have caused that woe,
Are fain to share it too.
But for the many clinging to their lot
Of wordly ease and sloth, 'tis written: "Touch Me not".

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Me inclino ante el nombre de Jesús, pues es el Signo
De tremenda misericordia hacia un linaje culpable.
De estirpe vergonzosa, manchado en el nacimiento,
Y desde niño en adelante
Lleno de pensamientos feos y designios rebeldes
Y desdén por las llamas del juicio,
¿Cómo puedo sin temor contemplar mi Vida,
El Justo al asalto del pecado y ensuciado de muerte en la refriega?

Y así, aunque Su dolor es nuestra liberación,
Pensar en ese dolor siempre oscurece nuestra paz terrena.
¡La Vida está escondida en una Fuente de Sangre!
Y éstas son buenas noticias
Para las almas que, traspasadas por haber causado ese dolor,
Están también contentas de compartirlo.
Pero para los muchos que se aferran a su porción
De comodidad y pereza mundanas, está escrito: "No Me toques".

John Henry Newman, Verses on various occasions, 89,
en: Newmaniana, Nº 38 (Mayo 2003), p. 19.
Traducción revisada.
"Newmaniana" es una publicación de Amigos de Newman en la Argentina.

lunes, agosto 08, 2005

Himno a la Virgen de los Treinta y Tres

Estrella del alba del paterno día,
que el sol de la Patria miraste nacer,
nuestra voz te aclama "capitana y Guía",
como fuiste un día de los Treinta y Tres.

En los torvos ojos de la tribu huraña
tus ojos pusieron luz de amanecer;
y en sus fieros labios, que crispa la saña,
puso sus blanduras tu nombre de miel.

Fuiste toda nuestra, Virgen campesina,
flor de nuestra tierra, como el macachín.
Se doraba el trigo bajo tu hornacina
e iban los corderos balando hacia ti.

Tuya fue la gloria de la audaz Cruzada,
se inclinó a tus plantas su invicto pendón;
los héroes juraron, bajo tu mirada,
la Carta sagrada de emancipación.

Porque nunca fuiste sierva del pecado
y tus manos libres no esclavizó el mal,
por eso te hicimos, Virgen del Pintado,
el signo inviolado de la libertad.

Te ofrecemos, Señor, todo nuestro ser

Te pedimos, Dios Padre nuestro, que nos des magnanimidad y generosidad.
Es verdad, Tú nos has hecho generosos cuando hemos decidido seguirte;
has renovado nuestra generosidad cuando nos hemos encontrado
en situaciones difíciles o en momentos de amargura.
Queremos pedirte que nos hagas aún el don de esta generosidad.
Lo que estás preparando para nuestro futuro ciertamente no es menos
de cuanto nos has dado en el pasado.
Ante Ti todo está siempre abierto y nosotros deseamos ofrecerte de nuevo
nuestra voluntad y nuestra libertad.
Quisiéramos que esta libertad fuese completamente para Ti.
Aléjanos, te lo rogamos, de todo pecado, de toda forma de pereza,
de todo lo que obstaculiza el ofrecimiento de nuestra entera voluntad.
Que tu Majestad divina disponga de mí y de todo cuanto poseo,
según tu santísima voluntad.
Éste es mi deseo y espero que tu gracia quiera cumplirlo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Cardenal Carlo Maria Martini,
Vivir con la Biblia. Meditar con los protagonistas de la Biblia guiados por un experto.
Editorial Planeta, Buenos Aires 1998, p. 98.

No esperaré

Jesús, no esperaré;
vivo el momento presente colmándolo de amor.
La línea recta está formada por millones de puntitos unidos entre sí.
También mi vida está integrada por millones de segundos y de minutos unidos entre sí.
Dispongo perfectamente cada punto y mi línea será recta,
vivo con perfección cada minuto y mi vida será santa.
El camino de la esperanza está enlozado de pequeños pasos de la esperanza.
La vida de esperanza está hecha de breves minutos de esperanza.
Como tú, Jesús,
que siempre has hecho lo que le agrada al Padre.
Cada minuto quiero decirte: Jesús, te amo,
mi vida es siempre una nueva y eterna alianza contigo.
Cada minuto quiero cantar con toda la Iglesia:
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Nguyen van Thuan
(desde su prisión, 1975)