martes, setiembre 14, 2004

Hay un solo Dios

Estimado lector, tal vez usted crea que en la actualidad el politeísmo subsiste sólo en el seno de pueblos primitivos, en regiones muy remotas del globo. En ese caso le sorprenderá saber que miles de uruguayos profesan una religión politeísta y que seguramente usted mismo ha visto muchas veces a sus rubios predicadores vestidos de impecable traje y corbata, recorriendo en parejas las calles de nuestras ciudades. Nos referimos a la religión de los mormones, fundada en los Estados Unidos durante el siglo XIX por Joseph Smith, quien murió acribillado mientras disparaba seis tiros contra una multitud que pretendía lincharlo por sus secretas costumbres polígamas (posteriores informes oficiales de su iglesia le atribuyeron 27 esposas).
Aunque el principal libro sagrado de esta secta (el Libro del Mormón) sostiene que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios, Joseph Smith (en su libro "Doctrinas y Convenios", que los mormones consideran también inspirado por Dios) enseñó a sus seguidores que estas tres personas son tres dioses distintos. Pero Smith no se detuvo en el triteísmo: según su doctrina, el universo material es eterno, existen innumerables mundos habitados y cada uno de ellos tiene sus propios dioses. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son solamente los dioses de nuestro mundo. Más aún, el Padre, que engendró, de la Madre Universal (otro ser divino), a todos los espíritus que existen o existieron en la Tierra, es sólo un hombre de carne y hueso que ha alcanzado un alto estado de evolución. Jesucristo o Jehová es el Hijo primogénito de Dios, engendrado por la unión carnal de Dios Padre con la Virgen María. En las bodas de Caná, Jesús habría contraído matrimonio con María Magdalena, Marta y la otra María, con quienes habría tenido hijos. Satanás sería otro de los hijos de Dios, hermano de Jesús. El pecado de Adán habría sido un acto meritorio: Adán cayó para que los hombres pudiesen existir, proveyendo a millones de espíritus preexistentes de tabernáculos mortales, un paso necesario para alcanzar finalmente la exaltación en el estado divino. Según la doctrina sostenida hasta hace pocos años por la iglesia mormona, este estado, asequible para todos los mormones blancos, estaba vedado a las personas de raza negra.
La teología de los mormones, al igual que su visión de la historia del continente americano, es racionalmente indefendible. Tiene mucho más en común con la "teología" de la serie de ciencia ficción Stargate -Puerta a las Estrellas-, que con la doctrina de cualquiera de las grandes religiones monoteístas.
Los paganos del Imperio Romano acusaron de ateísmo a los cristianos, porque éstos no adoraban a ninguno de sus falsos dioses. Con verdad, en cambio, se podría decir que el mormonismo es una religión atea, puesto que ninguno de sus innumerables dioses es el Ser absoluto, necesario, perfectísimo, eterno, infinito, incomprensible, omnipotente y Creador del mundo, el único Dios verdadero.

Nota: Los datos sobre la doctrina mormona están tomados de Julio C. Elizaga, Las sectas y las nuevas religiones a la conquista del Uruguay, Editorial La Llave, Montevideo 1988, pp. 58-79.

Dios es uno y trino

Los Testigos de Jehová (TJ) rechazan el dogma de la Santísima Trinidad, negando la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñan que el Hijo es el arcángel San Miguel, la principal creatura de Dios y que el Espíritu Santo no es una persona divina, sino la fuerza activa de Dios. En el artículo titulado "El Hijo es Dios" (publicado en el Nº 7 de "Pastoral Familiar"), refuté con argumentos bíblicos la doctrina de los TJ acerca del Hijo. Ahora, de un modo similar, refutaré su doctrina sobre el Espíritu Santo y la Santísima Trinidad.

Acerca del Espíritu Santo, afirmamos en síntesis lo siguiente:
· Su divinidad se manifiesta por ejemplo en 1 Corintios 2,10: "el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios". Esto es algo que sólo Dios puede hacer.
· Su personalidad se manifiesta por ejemplo en Hechos 15,28: "Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables". Las fuerzas impersonales no pueden tomar decisiones.
· Él es el "otro Paráclito" enviado por el Padre (Juan 14,16). Si el primer Paráclito (el Hijo) es una persona divina, como demostramos antes, el segundo también lo es.

Acerca de la Trinidad, nos limitaremos a analizar la principal de las fórmulas trinitarias del Nuevo Testamento: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28,19).
Se trata precisamente del final del Evangelio según San Mateo. Cristo resucitado manda a sus discípulos ir por todo el mundo, predicar el evangelio a todos los hombres y bautizarlos "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Es inconcebible que en este final solemne, en esta fórmula que enseguida empezó a ser utilizada en la liturgia bautismal, se haya asociado a Dios con dos simples creaturas. Esta fórmula ubica al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en el mismo nivel. Los tres (evidentemente distintos entre sí) pertenecen igualmente a la realidad de Dios.

El dogma trinitario está contenido implícitamente en la Biblia. En la revelación bíblica aparecen tres "personas" vinculadas a la realidad de Dios. No cabe ninguna duda de que el Padre es Dios. Y hemos probado a partir del Nuevo Testamento que el Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios. Por lo tanto, Dios se manifiesta en la historia de salvación como Padre, Hijo y Espíritu Santo (tres personas divinas y un solo Dios vivo y verdadero). Esto implica necesariamente que Dios es en Sí mismo Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque de lo contrario no habría verdadera autorrevelación y autocomunicación de Dios al hombre. Inversamente, si Dios, que es eternamente Padre, Hijo y Espíritu Santo, decide libremente manifestarse en la historia, necesariamente debe manifestarse como lo que Él es en Sí mismo: El Dios uno y trino.

El dogma de la Santísima Trinidad pertenece a la revelación de Dios en Cristo. Si alguien, como los TJ, no cree en la Trinidad, no es cristiano en sentido objetivo.

El Hijo es Dios

El error que consiste en considerar que sólo el Padre es Dios, mientras que el Hijo y el Espíritu Santo son criaturas excelsas, pero no divinas en sentido propio, se llama "subordinacionismo". Fue sostenido en el siglo IV por herejes como Arrio y Macedonio. Este grave error tiene su origen en el intento de dominar racionalmente el misterio de Dios, lo cual lleva a aceptar algunos de sus aspectos y a rechazar otros. Así la teología se vuelve más comprensible, pero se traiciona el misterio de Dios revelado por Cristo.
El subordinacionismo se da actualmente en cierto modo en la religión de los Testigos de Jehová (TJ): Ellos creen que el Hijo de Dios es un ser divino, pero no es Dios, sino el arcángel San Miguel, la principal creatura de Dios. Y también creen que el Espíritu Santo no es una persona, sino la fuerza activa de Dios.

Ambas afirmaciones de los TJ son contrarias a la razón:
· Si el Hijo es verdaderamente un ser divino, entonces su esencia es la esencia divina y por lo tanto es Dios. La idea de un "ser divino distinto de Dios" es autocontradictoria.
· Si el Espíritu Santo es verdaderamente el Espíritu de Dios, entonces no puede ser una fuerza impersonal. Toda persona es espíritu y todo espíritu es persona. La idea de un "espíritu impersonal" es autocontradictoria.

Con respecto a la divinidad de Jesucristo, hay muchas formas de mostrar que está implícita en todo el Nuevo Testamento. Por ejemplo:
· La resurrección de Jesús confirmó con testimonio divino su pretensión, corroborada también por sus obras y palabras, de ser el portador absoluto de la salvación (o "Reino de Dios") y de ser igual a Dios.
· Los milagros de Jesús proporcionan una perspectiva privilegiada para reconocer su divinidad.

Ahora bien, ya que los TJ aceptan la inerrancia de la Biblia, el camino más simple en este caso es la prueba escriturística directa. Los siguientes nueve textos del Nuevo Testamento explicitan claramente que el Hijo es Dios: Juan 1,1; Juan 1,18; Juan 20,28; Romanos 9,5; Filipenses 2,5-11; Tito 2,13; Hebreos 1,8; 2 Pedro 1,1; Apocalipsis 1,8.

A fin de eludir las consecuencias dogmáticas de estos textos, los TJ proponen nuevas traducciones o nuevas interpretaciones del texto sagrado.
· En lo que respecta a las traducciones, hay un amplio consenso entre los expertos acerca de que la versión de la Biblia utilizada por los TJ (la "Traducción del Nuevo Mundo") ha introducido numerosas adulteraciones y tergiversaciones del texto bíblico, para tratar de ocultar las discordancias entre éste y la doctrina de la secta.
· En cuanto a la exégesis, cabe subrayar que los TJ interpretan la Biblia fuera de toda la Sagrada Tradición de la Iglesia, guiados únicamente por las autoridades de la secta, las cuales desde Charles Russell en adelante se han considerado a sí mismas (sin ningún fundamento) como únicos intérpretes autorizados de la Palabra de Dios.