miércoles, agosto 13, 2008

El primer principio de la teología cristiana

Ing. Daniel Iglesias Grèzes

A través del excelente sitio web de Sandro Magister me he enterado del importante debate teológico que tuvo lugar en Brasil entre Clodovis y Leonardo Boff, hermanos entre sí y dos de los principales exponentes de la “teología de la liberación”. Allí se pueden leer, en portugués, los sendos textos completos de ambos hermanos.

Hace algunos meses, Clodovis Boff publicó un artículo en el que sostiene que la “teología de la liberación” ha incurrido en el grave error de poner a los pobres como primer principio de la teología, lugar que sólo corresponde a Jesucristo y a la fe apostólica. C. Boff apoya el documento vaticano que critica la cristología de Jon Sobrino (otro de los principales teólogos de la liberación) precisamente por esa razón. C. Boff afirma, con toda exactitud, que ese error de principio conduce a la teología de la liberación a ser utilizada como instrumento político a favor de determinadas ideologías. Por último, C. Boff se adhiere al Magisterio de los Obispos de América Latina expresado en el Documento de Aparecida y afirma que ese Documento ofrece el correctivo que la teología de la liberación necesita.

El artículo de C. Boff alcanzó mucha mayor difusión después de recibir una réplica tajante de Leonardo Boff, quien llega incluso a insinuar que su hermano ha dado una puñalada al corazón de la teología de la liberación, diciéndole a la vez que lo hace para salvarla. L. Boff pretende demostrar que es correcto que la teología de la liberación convierta a los pobres en el principio fundamental de la teología cristiana. Sus argumentos principales son dos:
· Por la Encarnación, el Hijo de Dios se ha hecho no sólo hombre, sino también hombre-pobre. De ahí que la pobreza haya quedado unida (sin confusión ni separación, como dice el dogma cristológico del Concilio de Calcedonia) para siempre a su divinidad.
· El mismo Jesucristo, en la parábola del juicio final (en Mateo 25) se ha identificado con los pobres y ha dicho que la salvación depende en última instancia de la actitud tomada frente a los pobres.
Además, L. Boff acusa a C. Boff de “cristomonismo”, un error teológico que consistiría en agrandar el papel de Cristo hasta olvidar los papeles del Padre y el Espíritu Santo. Sería, como él mismo dice, una especie de “dictadura de Cristo”.

A mi juicio sería fácil refutar estos argumentos de L. Boff:
· El primer punto se refuta por el absurdo. En la Encarnación, además de hacerse hombre-pobre, el Hijo de Dios se hizo también (por ejemplo) hombre-varón y hombre-judío, pero no por eso debe convertirse a la masculinidad o al judaísmo en el primer principio de la teología. Por otra parte, distinguir no es separar. Cristo es el primer principio de la teología por ser Dios-hombre, no por ser pobre, aunque sea a la vez lo uno y lo otro.
· Como ha mostrado Horacio Bojorge SJ en un artículo publicado en nuestro sitio web “Fe y Razón”, en la parabola del juicio final de Mateo 25, según su sentido literal, “estos hermanos míos más pequeños” no son los pobres, sino los discípulos de Jesús. Allí y en otros textos evangélicos, Jesús se identifica con sus discípulos, lo cual no quita que el cristiano deba amar también a los pobres. Es importante subrayar, sin embargo, que la caridad cristiana, incluso cuando se refiere a los hombres, es teocéntrica. El amor a Dios es el primer mandamiento. El amor al prójimo es el segundo mandamiento, semejante al primero. Por otra parte, no se debe confundir una unidad moral con una identificación metafísica.
· Reconocer, como Jesús antes de la Ascensión, que a Él se le ha dado “todo poder en el cielo y en la tierra”, no es “cristomonismo”, sino cristianismo a secas. El poder de Cristo es legítimo, no dictatorial. Él es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, como dice el Apocalipsis. L. Boff podría acusar de “cristomonismo” al mismo Jesús (“sin mí no podéis hacer nada”) y a San Pablo (“todo lo puedo en Aquel que me conforta”).

Hasta ahora, en su enfrentamiento con el Magisterio de la Iglesia, los “liberacionistas” (como antes de ellos los jansenistas, ontologistas y modernistas) han seguido preferentemente la táctica de la “cuestión de facto”. Por ejemplo, solían decir que la instrucción vaticana de 1984 sobre la teología de la liberación hacía bien al condenar determinados errores pero que de hecho la teología de la liberación no incurría en esos errores condenados. Esto equivale a decir que la Santa Sede (por su eurocentrismo) desconoce las particularidades de América Latina, de su situación y de su teología.
Con Clodovis Boff ya no pueden aplicar esa táctica. No pueden decir que él, que hace 40 años que hace “teología de la liberación” y es uno de sus principales artífices, no sabe lo que dice cuando critica a esa teología.

Demos gracias a Dios por el regreso de Clodovis Boff al redil de la ortodoxia católica y roguemos para que su palabra y su ejemplo ayuden a muchos otros a hacer otro tanto.

1 comentario:

MonjaGuerrillera dijo...

Hola. Recien veo tu blog.
Gracias!