sábado, julio 05, 2008

La cruz y el martillo (3)

Ing. Daniel Iglesias Grèzes

Uno de los representantes más famosos de la llamada “Teología de la Liberación” es el sacerdote brasileño Frei Betto. Durante dos años (contrariando una clara norma del derecho canónico), Frei Betto formó parte del Gobierno del Presidente Lula en Brasil, coordinando el programa humanitario “Hambre Cero”.
A continuación reproduzco (en letra itálica) parte de una noticia publicada por la Agencia Católica de Informaciones (ACI) acerca de una entrevista en la cual Frei Betto elogia a Fidel Castro y a Carlos Marighella (el líder de la guerrilla marxista brasileña) y reconoce su pasado guerrillero. Intercalo mis comentarios en letra normal.

RIO DE JANEIRO, 12 Jun. 07 / 04:08 pm (ACI).
En una entrevista concedida a Claudia Korol, de la “Agencia de Información Fray Tito para América Latina”
[ADITAL], el fraile dominico brasileño Alberto Libanio Christo, conocido como “Frei Betto”, proclamó su admiración por Fidel Castro y por el “padre” del terrorismo urbano Carlos Marighella, a la vez que reconoció con entusiasmo su participación en la guerrilla marxista durante el gobierno militar del Brasil.
En la sorprendente entrevista, Frei Betto confiesa, 22 años después de publicar su libro elogioso a Castro “Fidel y la Religión”, que “yo desde muy muchacho tenía admiración por la Revolución Cubana, porque soy de la generación que tenía casi 20 años en los primeros años de la revolución. Una generación que siguió la guerra de Vietnam, los Beatles… Para mí Cuba era un paradigma. Después que entré en la lucha armada contra la dictadura militar en Brasil, cuando fui preso, escuchábamos en la celda Radio Habana Cuba, para saber noticias de Brasil”.
Ante la pregunta de qué impresión tiene sobre Fidel y su personalidad, el dominico brasileño señala que “Fidel es un hombre ejemplo de hombre nuevo, de revolucionario, de una persona que ha dedicado su vida a liberar a un pueblo y a otros pueblos también, por toda su solidaridad con los países pobres del mundo”.

Aquí queda de manifiesto que la noción de “hombre nuevo” de Frei Betto no es cristiana, sino marxista. Su modelo ejemplar de “hombre nuevo” es un dictador comunista, que ha oprimido al pueblo cubano durante casi 50 años de gobierno liberticida, a menudo homicida, y con fuertes rasgos de “culto a la personalidad” del guía de la revolución. Un gobierno que convirtió a la isla de Cuba en una gran cárcel, de la que muchos cubanos intentan fugarse navegando en precarias balsas por el mar Caribe, arriesgando (y con frecuencia perdiendo) sus vidas en el intento; un gobierno que durante décadas fue oficialmente ateo y difusor del ateísmo; un gobierno que persiguió a la Iglesia Católica y que aún hoy mantiene en prisión (en duras condiciones) a cientos de disidentes, perseguidos por sus ideas políticas.

“Mi sueño es que todos los cubanos y todos nosotros, revolucionarios, militantes de izquierda, logremos ser un día como Fidel”, agrega Frei Betto, y señala que “Fidel se ha adelantado en la historia. Va a ser siempre una persona que va a servir de ejemplo, como el Che, que ha dado su vida por los más pobres”.

Nótese que, según este texto, el “sueño” de Frei Betto no es contribuir al crecimiento del Reino de Cristo, cuyo germen en la tierra es la Iglesia Católica, sino avanzar en el camino de la falsa utopía comunista.
Por otra parte, sólo Dios puede juzgar con carácter absoluto si, en lo más íntimo de su conciencia, el Che Guevara dio o no su vida por amor a los pobres. Lo que es indudable es que, objetivamente, el Che quitó la vida a muchas personas antes y después de que los revolucionarios tomaran el poder en Cuba y en sus intentos de llevar la revolución comunista a otros países. Es históricamente cierto que él se destacó por el uso abundante e inescrupuloso del “paredón” de fusilamiento, donde fueron muertos miles de cubanos por oponerse al régimen castrista.

“Yo pienso eso: que Fidel ha creado una sociedad socialista que se mantiene, porque supo cultivar aquí valores muy originales”, señala también en la entrevista.
Para el religioso brasileño, “Cuba tiene maestros y médicos en más de 40 países del mundo. Creo que esto crea un ejemplo y una esperanza para nosotros, que queremos construir un nuevo proyecto civilizatorio (sic)”.

Es cierto que el régimen comunista de Cuba ha alcanzado algunos logros importantes en el terreno de la educación y de la salud, pero ¿a qué precio? De un modo análogo se podría elogiar las realizaciones de Hitler (que construyó grandes autopistas en Alemania) y de Mussolini (que logró que los trenes llegaran en hora en Italia). Esos logros parciales, por más válidos que sean, no justifican en modo alguno a los respectivos regímenes totalitarios. Parafraseando a nuestro prócer José Artigas, podríamos responder así a este pobre intento de legitimación de la dictadura de Castro: “No venderé el rico patrimonio de la libertad de mi pueblo al bajo precio de la necesidad de un desarrollo económico y social”.

E insiste: “Fidel ha sido una figura preponderante. Va a dejar un ejemplo. Y ahí se trata de que la revolución sepa cultivar esta herencia, este ejemplo, como hacemos hoy con el Che (Ernesto Guevara)”.
En la extensa entrevista, Frei Betto se refiere también a su libro “Bautismo de Sangre” que ha sido recientemente llevado al cine en Brasil, y en el que “quise recordar, visitar todos los lugares de un grupo de frailes dominicos que en Brasil se han unido a la ‘Acción Liberadora Nacional’ de Carlos Marighella, un gran revolucionario, y hemos participado como grupo de apoyo a la guerrilla urbana”.

Esta declaración de Frei Betto, según la cual un grupo de frailes dominicos apoyó activamente a la guerrilla marxista de Brasil, genera en mi mente un tropel de preguntas, como por ejemplo las siguientes: ¿Se enteraron de esto en su momento sus superiores en la Orden? ¿Aplicaron las sanciones correspondientes? No lo parece, ya que Frei Betto sigue siendo un fraile dominico. ¿Siguen siendo marxistas hoy todos esos dominicos brasileños? ¿Reaccionaron adecuadamente los Obispos de Brasil al menos ahora, ante estas tardías revelaciones públicas? ¿No manifiesta todo este asunto una profunda crisis del ejercicio de la autoridad en la Iglesia contemporánea?

“Bautismo de Sangre –explica el mismo fraile dominico– es una narración detallada de todos los hechos que involucraron a los dominicos. Incluso de la muerte de Marighella, de la manera como ha sido muerto, y el drama de la tortura de Frei Tito, que acabó suicidándose para evitar la desesperación”.

La tortura debe ser condenada absolutamente, sin ninguna clase de rodeos ni de excepciones, como una grave violación de los derechos humanos. Del mismo modo debe ser rechazado el suicidio, sin que esto implique un juicio condenatorio sobre la intención subjetiva del suicida, que en algunos casos (como el de Frei Tito) puede haber estado sometido a factores que atenúen mucho la responsabilidad moral del acto gravemente desordenado de dar fin a la propia vida. Roguemos al Señor que haya perdonado a Frei Tito y que lo tenga en su gloria. De todos modos, es moralmente ilícito glorificar el suicidio. Por lo tanto, no parece razonable que una agencia de noticias católica lleve el nombre de un religioso marxista, guerrillero y suicida.

En la entrevista, Frei Betto se detiene a elogiar largamente a Marighella, el revolucionario marxista autor del “Manual del Guerrillero Urbano”, que ha servido como guía de entrenamiento de organizaciones terroristas en el mundo, desde la ETA en España y las “Brigadas Rojas” en Italia, hasta los fundamentalistas islámicos de Al Qaeda.
El manual escrito por Marighella incluye pasajes como este: “El terrorismo es una acción que usualmente involucra plantar una bomba o una explosión de fuego de gran poder destructivo, la cual es capaz de producir pérdidas irreparables al enemigo”. “Aunque el terrorismo generalmente involucra una explosión, hay casos en los cuales se puede llevar a cabo una ejecución (asesinato) y la quema sistemática de instalaciones, propiedades, y depósitos... Es esencial señalar la importancia del fuego y de la construcción de bombas incendiarias como bombas de gasolina en la técnica de terrorismo revolucionario. El terrorismo es una arma que el revolucionario no puede abandonar”.
Este texto y otros donde se indica detalladamente cómo cometer asesinatos de personas inocentes, no impide a Frei Betto expresarse elogiosamente de Marighella.
Aquí se llega a palpar el alejamiento de Frei Betto de la doctrina moral católica. Según ésta, el fin no justifica los medios. Aunque diéramos por sentado (lo cual en realidad no puede hacerse racionalmente) que el fin perseguido por las guerrillas marxistas era objetivamente bueno, tampoco así podríamos considerar sus métodos terroristas como moralmente lícitos. Con más razón todavía debemos rechazar esos actos, teniendo en cuenta que buscaban la implantación de regímenes totalitarios semejantes a los de la Unión Soviética o la China comunista.

“Marighella –dice el fraile– rompió con el partido después que vino la dictadura del 64, porque el partido optó por una vía pacífica, una vía no armada, y Marighella, desde mi punto de vista con mucho acierto, vio que no era posible en ese momento una vía no pacífica, cuando había una represión brutal, y la única respuesta tenían que ser las armas. Claro que yo tengo orgullo de ese momento, de haber luchado a su lado, de haber participado de su organización revolucionaria”.

Algo aún peor que un pecador es un pecador que se jacta de su pecado.

Frei Betto dice más aún de Marighella y su guerrilla: “Reconozco que teníamos todo. Teníamos ideología, teníamos coraje, teníamos idealismo, teníamos dinero de las expropiaciones bancarias (robos a bancos). Lo único que no teníamos era un detalle, pero ese detalle es esencial: no teníamos el apoyo del pueblo”.

¡Ese “detalle” no les impidió actuar siempre en nombre del pueblo (un pueblo que no los apoyaba ni los necesitaba), asumiendo falsamente su representación!

Preguntado sobre la teología de la liberación, Frei Betto señala que ésta “está diseminada por la Iglesia”; pero destaca que “desde el punto de vista doctrinal y jerárquico hay una vaticanización de la Iglesia Católica, un control cada vez mayor. Cada vez tenemos menos una Iglesia con cara de nuestros pueblos, con cara mestiza. Tenemos una Iglesia cada vez más europeizada, desde el punto de vista de su estructura de poder”.

Lo que Frei Betto rechaza como “vaticanización” o “europeización” de la Iglesia no es otra cosa que el legítimo y benéfico ejercicio de las potestades de gobierno del Sucesor de Pedro, Obispo de Roma, Pastor Supremo de la Iglesia universal. ¡Bendita “vaticanización”!

El dominico, sin embargo, considera que la “esperanza” está en las “comunidades de base” que “siguen con otra visión, que no es la visión de estos obispos europeizados”. “Las comunidades eclesiales de base siguen siendo elementos de fermentación de una conciencia crítica del mundo, del sistema, y un lugar de formación de cuadros”, concluye.

Se comprende perfectamente la prevención con la que los católicos ortodoxos ven a muchas “comunidades eclesiales de base”, cuando una “estrella” del catolicismo marxista como Frei Betto las presenta como “la esperanza” de la Iglesia y como “un lugar de formación de cuadros” de su neo-catolicismo herético, con finalidades políticas, no religiosas.

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