"El que es fiel en lo poco, lo es también en lo mucho; y el que es infiel en lo poco, también lo es en lo mucho" (Lucas 16,10).
Pocas veces en la vida se nos presenta la oportunidad de realizar actos extraordinarios de heroísmo; pero todos los días podemos probar nuestra fidelidad al Evangelio en las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
La ley de Cristo es una ley de amor. Y el amor cristiano es un amor práctico. No se trata meramente de un amor idealista por la humanidad, sino de un servicio abnegado por los seres humanos concretos. La ley cristiana del amor tiene consecuencias muy precisas: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Juan 14,15). Si en verdad queremos ser fieles cristianos, debemos procurar poner en práctica todos los mandamientos del Señor, aun los más pequeños. Deberíamos, por ejemplo:
· Rechazar toda forma de superstición.
· Devolver lo que nos han prestado o lo que nos han dado por error.
· Pagar todos los impuestos y los aportes a la seguridad social que nos correspondan.
· No copiar en las pruebas o exámenes.
· Cumplir el horario de trabajo.
· Ser puntuales y perseverantes.
· Rechazar los espectáculos de contenido inmoral.
· Respetar a los otros en nuestros pensamientos, palabras y obras.
· No criticar a los demás sin necesidad.
· Ser amables con todos, comenzando por casa.
La práctica de las virtudes "menores" por amor a Dios y al prójimo fortalecerá en nosotros los criterios y las actitudes auténticamente cristianos. Por la gracia de Dios, esa práctica nos ayudará a hacer crecer nuestros "talentos" y a progresar en el seguimiento de Cristo. Ojalá que un día podamos escuchar a Nuestro Señor diciéndonos estas palabras: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." (Mateo 25,21).
Daniel Iglesias Grèzes
domingo, octubre 09, 2005
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