domingo, setiembre 21, 2008

Diseño Inteligente

Ing. Daniel Iglesias Grèzes

El siguiente artículo es un interesante resumen del estado actual del debate suscitado en los Estados Unidos de América por el movimiento del Intelligent Design (Diseño Inteligente) o ID: Santiago Collado González, Ciencia y trascendencia: Intelligent Design, Seminario Ciencia, Razón y Fe, Universidad de Navarra, marzo de 2005: www.unav.es/cryf/curso05sc.pdf

Dicho artículo contiene una buena introducción histórica a ese debate y una presentación sintética de los principales aportes de dos de los representantes del ID: el bioquímico Michael Behe y el matemático y filósofo William Dembski.

Sin embargo, discrepo profundamente con varias opiniones expresadas por el autor del artículo. A continuación cito algunas de esas opiniones en letra itálica, intercalando mis comentarios en letra normal.

“En realidad, considero que la aportación del ID a la historia del pensamiento es pobre y se puede exponer en pocas palabras.” (Santiago Collado González, op. cit.).
Pienso que, por el contrario, la aportación del ID a la historia de las ideas es enorme. Representa el comienzo de una revolución contra el naturalismo y el materialismo dominantes en gran parte de la ciencia contemporánea.

“Hay por parte de los defensores del Intelligent Design un recurso constante a apoyarse en la experiencia de diseño que tenemos en relación con los artefactos. En sus argumentos se utiliza lo que ocurre con los artefactos como ejemplos. Hay una equiparación del mundo artificial con el mundo natural que en algunos argumentos puede ser legítima, pero que también suscita la sospecha de que los presupuestos intelectuales en los que se mueven son próximos al mecanicismo. En este punto, y por las mismas razones, también el darwinismo resulta sospechoso de mecanicismo.” (Ibidem).
Aristóteles y Tomás de Aquino estarían en desacuerdo con este párrafo. Aquí Santiago Collado González (SCG) confunde analogía con equiparación. Entre el diseño divino de los entes naturales y el diseño humano de los entes artificiales hay una relación de analogía, no de univocidad ni de equivocidad. La cosmovisión de los pensadores del movimiento del ID está a años luz de todo mecanicismo. Por otra parte, el darwinismo, en sus representantes más conspicuos, no es sospechoso de mecanicismo: se trata de un mecanicismo explícito e inequívoco.

“La crítica que el ID hace contra el darwinismo parece tener suficiente entidad (noción de complejidad irreductible). No parece, sin embargo, ser tan consistente en la defensa que hace de sí mismo. Pensamos que los puntos débiles del darwinismo frente al ID son también los que impiden que el ID sea consistente en su propia autodefensa.” (Ibidem).
Aquí SCG reduce indebidamente la crítica del ID al darwinismo a un aspecto parcial: la noción de complejidad irreductible planteada por Behe. En realidad esa crítica es mucho más amplia y ciertamente tiene entidad suficiente como para poner al darwinismo en crisis. Además, SCG acusa al ID de inconsistencia, sin dar ningún argumento sólido en apoyo de esa tesis. Por último, SCG confunde los puntos débiles del darwinismo (por ejemplo, la falta de pruebas científicas de la capacidad creativa de las mutaciones aleatorias y la selección natural para explicar la existencia, la complejidad y la diversidad de los seres vivos) con supuestos puntos débiles del ID. Entrevera aquí la crítica científica al darwinismo (que no necesita aportar teorías alternativas para ser válida) con los aportes filosóficos del ID (que obviamente no pueden ser probados por la ciencia empírica).

“Al intentar comprender lo que está en la raíz de la polémica, se descubre con claridad cada vez mayor que los defensores del ID y del evolucionismo gradualista no están tan lejos como ellos piensan o, al menos, como unos y otros defienden.” (Ibidem).
Pésimo final: en realidad, el debate no es entre los defensores del ID y los del evolucionismo gradualista, sino entre los defensores del ID y los del evolucionismo ciego (la evolución como un proceso puramente aleatorio, no planificado ni guiado). Las cosmovisiones que están en la raíz de esta polémica no pueden ser más distintas entre sí.

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