martes, setiembre 30, 2008

Las traducciones de la Biblia

Ing. Daniel Iglesias Grèzes

Con este post inauguro una serie de preguntas y respuestas basada en consultas reales recibidas por Internet.

Pregunta:
La traducción de un texto puede alterar su real significado, volverlo maleable y sujeto a interpretación. La Biblia fue escrita mucho antes de que se creara la imprenta y por ende la transmisión de su texto estuvo sujeta a errores y modificaciones, tanto involuntarias como voluntarias. ¿Cómo es posible entonces basar dogmas de fe en nuestros textos de la Biblia?

Respuesta:
La fe cristiana afirma que Dios se ha revelado a Sí mismo a los hombres en la historia y que la historia de la auto-revelación y la auto-comunicación de Dios al hombre tiene su momento culminante en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación.
No tendría sentido creer que Dios se reveló a los hombres en tiempos de Jesucristo pero no previó ninguna forma de transmisión auténtica de la Divina Revelación a otros hombres y a las generaciones subsiguientes.
El católico cree que la Biblia es un libro escrito por hombres y a la vez un libro inspirado por Dios. También cree que el Espíritu Santo convoca a la Iglesia, Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, y la guía hacia la verdad completa, mediante la guía del Magisterio de la Iglesia, el cual interpreta la Divina Revelación con la autoridad del mismo Cristo.
El texto de la Biblia fue transmitido antes de la invención de la imprenta, de manuscrito en manuscrito, con tanta fidelidad por los judíos (Antiguo Testamento) y los cristianos (Antiguo y Nuevo Testamento) que las diferencias entre el texto actual (el “texto recibido”) y los numerosísimos manuscritos antiguos de la Biblia que se conservan son relativamente pocas y de menor importancia.
Por otra parte, es cierto que los traductores de la Biblia pueden cometer errores y que de hecho han cometido algunos. Sin embargo, la gran multiplicidad de las traducciones, la pericia de los traductores y la gracia de Dios han hecho que esos errores no tuvieran consecuencias graves y no afectaran a la esencia del cristianismo.

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