La vida sobrenatural del hombre discurre por tres vertientes: la fe pone ante sus ojos la realidad de Dios, que se destaca sobre todo conocimiento natural (“no sólo del hombre, sino también de los ángeles”). La caridad afirma –por Dios mismo- el Sumo Bien ya vislumbrado en la fe. La esperanza es el aguardar confiadamente suficiente de la dicha eterna, lograda en la suprema participación contemplativa de la triple vida de Dios; la esperanza espera la vida eterna, que es Dios mismo, como don de la propia mano divina: sperat Deum a Deo.
En el terreno existencial, las mutuas relaciones entre esas tres virtudes –fe, esperanza y caridad- pueden resumirse en tres enunciados:
1º. Fe, esperanza y caridad han sido inculcadas en la naturaleza humana como inclinaciones (habitus) sobrenaturales del ser, todas ellas a un tiempo y juntamente con la gracia, fundamento íntimo, con ellas mismas, de toda vida sobrenatural.
2º. En el orden del desenvolvimiento factual de esas “posturas del ser”, la fe es anterior a la esperanza y la caridad, y ésta viene después de la esperanza. Y al revés: en el desorden resultante de la culpa, factor de descomposición, se pierde primero la caridad, luego la esperanza y por último la fe.
3º. En la escala jerárquica de la perfección, la caridad ocupa el primer puesto y la fe el último, situándose en medio la esperanza.
(Josef Pieper, Antología, Editorial Herder, Barcelona 1984, pp. 21-22).
En el terreno existencial, las mutuas relaciones entre esas tres virtudes –fe, esperanza y caridad- pueden resumirse en tres enunciados:
1º. Fe, esperanza y caridad han sido inculcadas en la naturaleza humana como inclinaciones (habitus) sobrenaturales del ser, todas ellas a un tiempo y juntamente con la gracia, fundamento íntimo, con ellas mismas, de toda vida sobrenatural.
2º. En el orden del desenvolvimiento factual de esas “posturas del ser”, la fe es anterior a la esperanza y la caridad, y ésta viene después de la esperanza. Y al revés: en el desorden resultante de la culpa, factor de descomposición, se pierde primero la caridad, luego la esperanza y por último la fe.
3º. En la escala jerárquica de la perfección, la caridad ocupa el primer puesto y la fe el último, situándose en medio la esperanza.
(Josef Pieper, Antología, Editorial Herder, Barcelona 1984, pp. 21-22).
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