miércoles, julio 07, 2004

Jesucristo, Epifanía de Dios

El 6 de enero la Iglesia celebra la Epifanía, que recuerda la adoración de los Reyes Magos al niño Jesús. El Evangelio según San Mateo es el único que narra este episodio:
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo"... Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra." (Mateo 2,1-12).
La Epifanía es como un corolario de la Navidad. El niño Jesús no es solamente el Hijo de David, el Mesías Salvador que Israel esperaba; es también el Hijo de Dios hecho hombre, cuya misión de salvación abarca a toda la humanidad. Por eso la Buena Noticia de su nacimiento es una luz que ilumina no sólo a los pastores de la región de Belén, sino también a unos magos de Oriente. Estos sabios de naciones paganas (probablemente astrólogos babilonios o persas), atraídos por el nacimiento de Jesús, se acercan a Él para rendirle homenaje. Los regalos de los magos al niño Jesús tienen significados simbólicos: reconocen su Realeza (oro) y su Divinidad (incienso) y prefiguran su Pasión (mirra).
La bella historia de los magos nos enseña que el ejercicio de las más nobles facultades humanas conduce a los hombres hacia un encuentro con Dios. Los magos eran hombres dedicados al estudio de los fenómenos celestes. Su ciencia era rudimentaria, pero su corazón estaba lleno de fe. La estrella proyectó luz en sus espíritus y suscitó en ellos la actitud creyente por excelencia: siguieron con gran esfuerzo la trayectoria de la estrella, no para aumentar sus conocimientos, sino para encontrar a Jesús y adorarlo.
"Epifanía" significa manifestación. A Dios nadie lo ha visto jamás; pero al llegar la plenitud de los tiempos, Él envió a su Hijo Unigénito para autorrevelarse y autocomunicarse a los hombres. Jesucristo es la aparición de Dios en nuestra historia: es el Emmanuel ("Dios con nosotros"). La tarea de los cristianos es llevar a cabo la "Diafanía" de Dios, es decir transparentar la Luz de Cristo en el mundo.
Algunos piensan que el relato de los magos es puramente simbólico. A ellos cabe decirles que el enigma de la estrella de Belén puede tener una explicación natural. Es sabido que Jesús no nació en el año 1. El monje medieval Dionisio el Exiguo cometió un error al calcular el comienzo de la era cristiana. Puesto que Herodes el Grande murió en el año 4 AC, se considera el año 7 AC como la fecha más probable del nacimiento de Jesús. En ese año ocurrió una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación del Pez, que se vio con máxima claridad en toda la región del Mediterráneo. Debe notarse que por lo general esa conjunción tiene lugar cada 794 años, pero en el año 7 AC ocurrió tres veces (29 de mayo, 1º de octubre y 5 de diciembre). Para los astrólogos babilonios, Júpiter era el planeta de los dominadores del mundo, Saturno el planeta protector de Israel y la constelación del Pez un signo del fin de los tiempos. En todo el Oriente se sabía que Israel esperaba un Mesías. Por lo tanto, no sería extraño que la conjunción mencionada hubiera sido interpretada como un signo del comienzo de la era mesiánica.

LM

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