Daniel Iglesias Grèzes
El 14 de septiembre de 1989 el Papa Juan Pablo II anunció oficialmente que la IV Conferencia General del Episcopado de América Latina se celebraría en la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana) en 1992. La fecha elegida coincidió deliberadamente con el quinto centenario del descubrimiento de América y, por consiguiente, de la primera evangelización del Nuevo Mundo.
El 12 de diciembre de 1990, fiesta de la Virgen de Guadalupe, se hizo público que el Santo Padre había fijado el siguiente tema para dicha Conferencia General:
“Nueva Evangelización, Promoción humana, Cultura Cristiana. Jesucristo ayer, hoy y siempre (cfr. Hebreos 13,8)”.
La “Nueva Evangelización” es el elemento principal de este tema. Juan Pablo II habló continuamente de la “nueva evangelización”, “nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión”, con especial referencia a América Latina.
La “Promoción humana” alude a la difícil situación que atravesaban (y atraviesan) los pueblos latinoamericanos. La Iglesia responde a esa situación con su doctrina social y con el testimonio de su particular amor a los pobres, los angustiados y los necesitados.
La “Cultura Cristiana” es un elemento sobre el cual se ha puesto especial atención en las últimas décadas. La Nueva Evangelización debe proyectarse sobre la cultura y las culturas del hombre, transformándolas en profundidad de acuerdo con el Evangelio de Cristo.
La frase “Jesucristo ayer, hoy y siempre” está inspirada en la Carta a los Hebreos: “Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre” (13,8). Pretende poner el nombre de Jesucristo en los labios y en el corazón de todos los latinoamericanos. En este sugestivo texto hay una alusión al quinto centenario de la primera evangelización (“ayer”), a la presente situación del continente (“hoy”) y a su futuro (“siempre”).
Continuando el trayecto marcado por las Conferencias Generales de Rio de Janeiro (1955), Medellín (1968) y Puebla (1979), la Conferencia de Santo Domingo guió a los católicos latinoamericanos, en comunión con la Iglesia Universal, en su camino hacia el tercer milenio de la era cristiana.
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