martes, enero 06, 2009

El problema del mal

Daniel Iglesias Grèzes

Estimado RR:

No eres el primero ni serás el último en plantear el problema del mal: ¿Por qué un Dios bueno permite la existencia del mal en el mundo que Él creó? Tu error consiste en deducir la inexistencia de Dios a partir de la existencia del mal.

Hay muchas razones que conducen a creer en Dios. Simplificando, para no alargarme demasiado, podría decirse que, dada la existencia del mundo, hay dos hipótesis principales que intentan explicarla: la hipótesis de la fe permite comprender cuál es el origen y la finalidad de la materia, la vida y el pensamiento y da un sentido satisfactorio a cada ente; en cambio, la hipótesis atea convierte al mundo y a cada cosa en un absurdo y no logra explicar realmente nada. Un ser racional debería adoptar la hipótesis que funciona y rechazar la que no conduce a nada.

A continuación hago unas breves observaciones sobre el problema del mal.

No niego la existencia del mal pero, ¿por qué razón debería yo pedir cuentas a Dios (a quien le debo todo, y tanto bien) por la existencia del mal? ¿No es razonable pensar que Él tiene algún motivo para permitir el mal que de algún modo supera mi actual capacidad de comprensión? ¿Negarlo no es acaso poner a mi razón finita en el lugar de Dios y a Dios en el banquillo de los acusados? ¿No es infinitamente más lógico rechazar el racionalismo que negar la bondad de Dios?

Por otra parte, la fe permite relativizar el mal físico. El sufrimiento, el dolor y la muerte son males reales, pero no son la última palabra sobre nuestra existencia. Cristo no resolvió este problema de un modo abstracto, sino muriendo en la cruz por nuestra salvación, para darnos la vida eterna. Así nos mostró el valor redentor del sufrimiento.

El mal moral mantiene en cambio toda su gravedad, pero éste proviene claramente de la libertad del hombre. Dios respeta la libertad del hombre hasta tal punto que le permite incluso rechazarlo. Dios es amor y nos ha creado para el amor. Sólo si existe la libertad para el mal puede existir la libertad para el bien, es decir para el amor. En un mundo de robots no habría pecado, pero tampoco habría amor.

Un saludo cordial de
Daniel Iglesias.

Nota: Mensaje enviado a la Pizarra de Religión de Starmedia el día 2/08/1999.

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